“[...] en el Perú, las energías renovables generan el 5% de la matriz total. Aunque la cifra todavía es baja en comparación con las que exhiben otros países, se trata de un avance positivo”.
Es un hecho científicamente comprobado que los gases de efecto invernadero generados en la actividad industrial y en la vida cotidiana de las personas contribuyen a acelerar el calentamiento global.
En la actualidad, el uso de combustibles fósiles como fuente primaria de energía en la mayoría de los países agrava este problema.
Cambiar esa matriz a fuentes renovables no convencionales (solar, eólica, biomasa y minihidráulicas) y de bajo impacto en el medioambiente es uno de los objetivos de varios Estados que han asumido acciones concretas para reducir este riesgo sobre nuestro planeta.
Por ejemplo, de acuerdo con la Comisión Europea, a enero del 2019 la energía proveniente de fuente renovable representó el 17.5% del total consumido en la Unión Europea, cifra que se acerca al objetivo del 20% en el 2020.
En nuestra región, la necesidad de optar por estas fuentes limpias también está presente. Según el Banco Mundial, entre el 2011 y el 2030 el consumo de electricidad en América Latina y el Caribe crecerá en 80% y solo en Centroamérica ese crecimiento será más del 120%. Ello se explica por el aumento demográfico, que implica una subida en el uso de electrodomésticos y en la actividad industrial.
En ese contexto, los países de la región buscan la forma de cambiar su matriz energética, a fin de cubrir la demanda y evitar la agudización del cambio climático.
Chile es uno de ellos. El Banco Mundial informa que la capacidad de generar energías renovables no convencionales alcanzó el 15% en junio del 2017 y el objetivo a largo plazo es lograr que el 70% provenga de esas fuentes.
Nuestro país es consciente de esta necesidad. El Ministerio de Energía y Minas (MEM) informó que en el Perú las energías no renovables generan el 5% de la matriz total.
Aunque la cifra todavía es baja en comparación con las que exhiben otras naciones, se trata de un avance positivo, pues a inicios del 2018 solo el 3% tenía origen renovable. El 57% corresponde a hidroelectricidad convencional y el resto se cubre con combustibles fósiles.
El incremento de este tipo de energía en el Perú se debe al trabajo de las centrales eólicas y solares, cuyos costos de instalación se han reducido. El MEM precisó que hasta abril del 2019 operaban siete centrales fotovoltaicas.
El objetivo del Estado en el sector eléctrico al 2030 es contar con un sistema energético que atienda la demanda con buenas prácticas, estándares internacionales y costos competitivos para impulsar el acceso universal, especialmente en áreas rurales. Al respecto, el Banco Mundial ha establecido una relación entre vulnerabilidad energética y pobreza porque carecer de energía obliga a las familias a dedicar recursos económicos a calefacción, iluminación y cocción de alimentos.
Además, el Estado peruano promueve estas energías por su bajo impacto ambiental y las facilidades que ofrece para la integración eléctrica.
De acuerdo con el Osinergmin, un objetivo del Perú sería tener hacia el 2040 una matriz energética diversificada, competitiva y concentrada en las fuentes de energía renovables no convencionales. Esperemos que el Estado tome las medidas necesarias para alcanzar ese objetivo.
Publicado por: El Peruano, 24 de octubre del 2019.