EL ESTADO PERUANO CONTRA LA CASA COMÚN

 

 

AUTOR: Martin Fariña Von Buchwald

Entendemos que el Gobierno planea dar incentivos para la reforestación considerando que el cambio climático podría ser el princiál riesgo a enfrentarse durante las próximas décadas.

Disrupciones en la corriente de Humboldt podrían causar la aparición de enfermedades tropicales en Arequipa, la generación hidroeléctrica del país que contribuye con el 58% de la energía que entra al sistema podría perder algo de confiabilidad, la matriz alimenticia de los peruanos podrían cambiar enfatizando más la proteína vegetal y menos la animal, etcétera. También reconocemos que es posible que la elevación del océano junto con temperaturas extremas en partes de la Selva Central y Puno hagan que la grave migración venezolana actual parezca una caminata por el parque.

Sin embargo, consideramos que cualquier incentivo para fomentar la reforestación se traducirá en una pérdida de recursos de los contribuyentes, como ha sucedido en todos los intentos anteriores. Antes de que el MEF dé incentivos para favorecer la reforestación, el Gobierno debería primero solucionar problemas básicos que afectan al sector. Conocemos de cerca la problemática, que somos los que más shihuahuacos, caobas y santa marías estamos plantando en la Amazonía peruana.

Sin ir más lejos, Registros Públicos en Puerto Maldonado no debería demorarse seis meses en inscribir la comrpa de tierras deforestadas saneadas; Senasa no debería tomarse dos años en aprobar el ingreso de semillas de especies maderables endémicas del Perú pero en vías de extinción sin plagas reportadas; Digemid no debería bloquear modelos de agrorreforestación medicinal; el II AP no debería dificultar modelos de fertirriego necesarios para una reforestación orgánica; la Presidencia no debería tardar dos años en viabilizar la inversión extranjera en zonas de frontera para reforestación, entre otros problemas.

Perú es uno de los cinco países más competitivos del mundo para establecer bosques de cultivo para maderas de alto valor (no de bajo valor como la bolaina o eucalipto). Tenemos la fortuna de tener el 20% de la originación de agua dulce del mundo, tenemos uno de los niveles de radiación solar más altos del planeta que acelera el crecimiento vegetal y tenemos más de dos mil especies de árboles; varias de ellas con superioridad biológica. Nuestra Amazonía es un gran jardín botánico con habilidad de curar enfermedades y de posibilitar la conversión de colorantes sintéticos a naturales todo viabilizado a través de la agrorreforestación orgánica reemplazante de la ganadería y protectora de nuestros bosques tropicales.

También por la buena disciplina fiscal peruana, hay financiamiento privado disponible para inversiones rentables que ayudan a combatir el cambio climático.

Pero, desafortunadamente, el Estado peruano entorpece la reforestación. Ojalá que algún día se haga una reingeniería integral de las agencias del Estado peruano que de alguna manera bloquean la reforestación.

Asimismo, se deberían de cerrar entidades como el II AP que no aportan mucho y consumen recursos que podrían destinarse a la educación y salud. La Digemid y el Senasa requieren de un relanzamiento completo y no solo de una reingeniería. Solo en ese momento, se justificará que el Estado peruano dé incentivos a la reforestación. En todo caso, creemos que la agrorreforestación orgánica con especies de alto valor va a florecer sin incentivos siempre y cuando el Estado peruano deje de entorpecer.

 


Publicado por: Gestión, 15 de mayo del 2019.