HUAMACHUCO
Huamachuco se levanta sobre un valle interandino, circundado por elevaciones como el Tucupina, Cacañán y Huaylillas.
La ciudad fue fundada en 1551 por misioneros agustinos y fue nombrada la Muy ilustre y fiel ciudad por el general José de San Martín.
el 10 de julio de 1883 fue escenario de la batalla de Huamachuco como parte de la Guerra del Pacífico, que enfrentó a las fuerzas del Perú al mando del general Andrés Avelino Cáceres, comandado por el coronel Alejandro Gorostiaga.
Tesoros de Huamachuco
Ubicado sobre los 3,500 metros de altitud y muy cerca de la ciudad de Trujillo, Huamachuco es un destino que debe figurar en su agenda de viajes para este año: la belleza del pueblo, sus tradiciones y sabores, pero sobre todo la riqueza arqueológica de los alrededores, donde sobresalen enormes edificios de piedra, sistemas constructivos que sorprenden y lagunas inolvidables, nos dan la razón.
La plaza de Huamachuco debe ser una de las más bonitas que hemos visto en provincias. Es grande, muy limpia y está bien adornada de árboles con formas curiosas que el arte de la etopiaria ha hecho posible. Al ser un cruce de caminos en el corazón de los Andes de la región La Libertad, y tener las minas muy cerca, el pueblo es un lugar bastante comercial, con mucha vitalidad y con algo de desorden. Pero era en las afueras de Huamachuco donde se encuentran los motivos de nuestro viaje.
Queríamos conocer los sitios arqueológicos de Marcahuamachuco, Wiracochapampa y la laguna Sausacocha, lugares sobre los que habíamos visto y oído tanto. Así que, emocionados y ansiosos, nos pusimos de inmediato en movimiento.
Marcahuamachuco
Después de un viaje de 20 minutos, el taxi nos dejó en la puerta principal de este enorme laberinto de piedra. Vistos desde lejos, los edificios circulares que se expandían por una amplia meseta parecían avisar que estábamos entrando en un reino de giganes guerreros.
Ya que esa forma y esa altura los hace parecer fuertes, inexpugnables, construidos para defender el sitio de un bravo enemigo. Pero no. En realidad, Marcahuamachucono fue un sitio para atracar o defender, sino más bien algo apcífico: un vasto espacio que recibía peregrinos que venían hasta aquí para rendir culto a sus ancestros.
Luego de registrarnos (la entrada es gratuita), y recibir un bonito folleto, en el que se detallan mapas e historia del lugar, empezamos la caminata por este enigmático lugar, empezamos la caminata por este enegmático lugar que se compone de dos cerros: El castillo y Las monjas.
Lo primero que se en el cerro El Castillo son "las torres rectangulares", que no fueron sino unos mausoleos en los que se enterraron a familias prominentes.
Luego caminamos por la galería A, un extenso edificio de 58 metros de largo y 6 de altura (todo en este lugar parece tender a la grandiosidad), cuya fachada está orientada hacia la gran plaza principal, sin duda el punto de congregación para la celebración de rituales.
En la zona norte de la plaza se halla El castillo, un robusto edificio de cinco pisos de altura que es la construcción más impresionante. Aunque dentro había varias galerías que fueron habitadas, sí fueron utilizadas como lugares para sacrificios, pues fueron hallados restos de 18 llamas y de humanos.
El sendero que cruza todo el sitio arqueológico nos llevó hasta la bien conservada Portada oeste, que fue una de las tantas entradas monumentales que debió de haber tenido la gran muralla de siente metros que encerraba la zona residencial situada en el cerro El castillo. Aquí se puede ver la ingeniosa técnica contructiva de los huamachucos: usaron inmensos bloques de piedra que pusieron una sobre otra, alternándolas en posición vertical y horizontal.
Desde este lugar pudimos observar al frente del cerro de Las monjas, la segunda parte de Marcahuamachuco. Era realmente impactante ver en la lejanía esas prominentes construcciones circulares. El sendero de tierra se abría paso en una meseta y por allí avanzamos para estar cerca de esos gigantes.
Una vez esta área nos llamó la atención que las edificaciones no tuvieran ventanas lo que hizo a algunos especular de que fueron fortalezas, aunque los arqueólogos que trabajan allí han concluido que en realidad eran viviendas de grupos de la élite que posiblemente habitaban en una atmósfera de casi reclusión.
Marcahuamachuco es sorprendente. Pocas veces hemos visitado un sitio preínca tan grande y con edificios tan altos y sólidos. Pero eso no es todo lo que hay por conocer en Huamachuco.
Decidimos entonces regresar a la plaza para continuar al otro extremo del pueblo y conocer la otra joya de la región.
Wiracochapampa
Si bien está muy restaurada, la ciudad no ha perdido su encanto, pues se nota claramente la típica factura del urbanismo Wari: calles largas que cruzan el recinto, grandes murallas, extensos patios, partes de la acequia que traía agua y grandes depósitos.
Obviamente también hay una zona de entierros, de hecho, no hace mucho se encontró la tumba de un personaje femenino con mucho poder. Por lo que se ve, Wiracochapampa aún tiene mucho por mostrar.
Y allí está esperado por todos. La entrada es gratuita.
Sausacocha
Si lo que desean los viajeros es un poco de naturaleza no hay mejor elección que visitar la laguna sausacocha (las combis salen desde Huamachuco y se demoran 20 minutos en llegar). Allí, entre el rumor de las aguas, el olor a trucha frita, las risas de los niños que cubren sus cabecitas con unos elegantes sombreros blancos de ala ancha, las muejres que se solazan mientras van dando vueltas a sus ruecas, la paz es posible.
Así que viajeros, si desean sentir esa misma tranquilidad que es tan escasa en nuestras ciudades, tener solo para ustedes estos inmensos espacios urbanos prehispánicos de cientos de años de antigüedad, y disfrutar el encanto de los sitios originales y poco visitados, Huamachuco es el lugar ideal.
En los alrededores
Otros lugares para conocer en Huamachuco son el pueblo de Curgos, los baños termales del Edén y de Yanasara, la Laguna Cushuro y el camino Inca en el cerro Huaylillas que unía esta zona con el Cusco.
Además de la deliciosa trucha, los sabores más cotizados son el shambar, patasca, picante de cuy, frituras de chancho, chincharrones y cabrito.
Por las mañanas y al final de la tarde, en las esquinas de la plaza las vendedoras ofrecen pan serrano, cachitos y otros manjares.
Hay una gran tradición textil. Los artistas crean coloridos tapices, ponchos fajas, ponchos, bolsos tejidos a crochet y frazadas de labor.
Fuente: El peruano