La UE cierra un acuerdo para la descarbonización del transporte, que fija que las camionetas contaminen un 31% menos.
Las instituciones europeas han acordado este lunes reducir las emisiones de dióxido de carbono de los nuevos coches en un 37,5% en 2030. El pacto, alcanzado entre el Parlamento y el Consejo Europeo, también fija el límite para las furgonetas, que será del 31% para ese mismo año en relación a los niveles que se registren en 2021. Ese compromiso va más allá de lo que acordaron los países miembros el pasado mes de octubre, aunque se queda por debajo de lo que había demandado la Eurocámara.
Según informaron fuentes comunitarias, para alcanzar ese acuerdo se dará un paso intermedio. En 2025, se exigirá a los productores de vehículos que hayan reducido ya las emisiones de los nuevos coches en un 15% para luego dar un salto y llegar al 37,5% final. El acuerdo debe ser aprobado ahora formalmente por el Parlamento y el Consejo Europeo y entrará en vigor “de inmediato” cuando sea publicado en el Diario Oficial de la Unión Europea. Este pacto forma parte del paquete de movilidad limpia y es clave para que la UE pueda cumplir los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París.
“Con esta legislación, estamos estableciendo los objetivos e incentivos corrector para abordar las emisiones del sector del transporte”, afirmó el comisario de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, quien añadió que “ayudará” a la industria europea a “abrazar la innovación hacia la movilidad de cero emisiones” y permitirá que lidere la producción de vehículos limpios.
La federación europea de ONG medioambientales Transport & Environment acogieron "con satisfacción" el acuerdo, pero advirtieron de que "está muy por debajo de lo suq se necesita para alcanzar los objetivos climáticos de la UE para 2030". La oganización de consumidores BEUC consideró el pacto como "un hito importante" al impulsar a los productores hacia la industria limpia.
El Parlamento Europeo fijó unos objetivos muy ambiciosos en la reducción de emisiones de dióxido de carbono tanto en coches como furgonetas para 2030. En concreto, estableció que estas debían ser el 40% inferior a las que se registraran en 2021. Sin embargo, el pasado mes de octubre esa meta se topó con el bloqueo de Alemania y los países del Este de Europa.
Reticencias de Alemania y el Este de Europa
En ningún caso, estos países querían rebasar el listón del 30%. Berlín se oponía sobre todo por la presión de la industria automovilística. En el caso de los países del Este, a ese argumento añadieron la destrucción de puestos de trabajo y el peligro de que sus habitantes, con menor renta per cápita, no pudieran permitirse esos vehículos y tuvieran que acabar comprando los de segunda que se dejaran de usar en otros países.
Enfrente se toparon con un grupo de países que querían ir incluso más allá. Suecia, por ejemplo, propuso elevar el listón al 50%. Junto a Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos y Eslovenia firmaron una declaración en la que se desmarcaban de esa decisión. Estos países no solo esgrimieron motivos medioambientales, sino también económicos. A su juicio, Europa estaba regalando toda la industria del coche eléctrico a los países asiáticos al no obligar a la industria automovilística a invertir en el coche eléctrico.
Finalmente, los países decidieron situar el umbral en el 35% para 2030 en el caso de los coches y dejarlo en el 30% para las furgonetas. Ese listón provocó decepción sobre todo entre entidades ambientalistas, que esperaban que los países con más ambición lograran empujar al resto. Sin embargo, estos acabaron cediendo para lograr un acuerdo que pudiera estar a punto antes de las elecciones europeas del próximo mes de mayo.
La posición de España
España respaldó entonces la propuesta de Austria —que ostenta la presidencia rotativa de la UE—. Esta propuso el 35% de reducción para desencallar el acuerdo. Y fue la cifra finalmente adoptada. Sin embargo, España, que es la segunda productora de automóviles del continente, dijo que esperaba que en la negociación final la cifra estuviera más bien entre el 35% y el 40%.
Finalmente, así ha sido. El Parlamento Europeo, que suele ser más ambicioso en sus planteamientos, ha conseguido elevar del 35% al 37,5% la reducción final de emisiones en el caso de los coches. No ha logrado un aumento tan notable en las furgonetas, que era la principal preocupación para los países del Este —Bulgaria no quería ni superar el 25% durante la negociación—. Finalmente, la Eurocámara ha tenido que conformarse con aceptar una rebaja de las emisiones del 31% para esos vehículos.
Fuente: El País, 18 de diciembre del 2018