Recuerdo la granizada en la laguna Mullucocha. Inesperada, persistente, acaso un castigo o tal vez solo una travesura del apu Pariacaca. Y eso que le pedimos permiso y le rendimos tributo con hojitas de coca, pero el dios montaña no quedó complacido. Con cólera se habría quedado, a la espera del momento preciso para desatar su furia y vengarse de esos extraños que exploraban sus dominios.
Lo hizo en el momento justo, cuando no teníamos donde cobijarnos, el cielo se encapotó para disparar inmisericorde sus municiones congeladas. Si lo hacía antes, nos hubiéramos refugiados en Cuchimachay, una cueva con pinturas rupestres al pie del nevado y al lado de los centenares de peldaños de piedra de Escalerayoc, uno de los tramos más impactantes del Qhapaq Ñan, el gran camino de los incas.
¿Lo recuerdas, Felipe? Tú ibas adelante, como siempre,manteniendo tu ritmo acelerado e inalcanzable. A ratos volteabas para verme. Rezagado y con frío, apenas distinguía el camino acrobático por el que transitaba. Abajo estaba la laguna cuyo nombre hace referencia a los spondylus (mullu en quechua), las valiosas conchas marinas que, según una leyenda, eran el alimento predilecto del poderoso Pariacaca.
Locos por la ruta
Pero en ese momento poco me importaba la dieta de ese dios mitológico que habría nacido de cinco huevos en el cerro Condorcoto. Solo quería encontrar un lugar que me protegiera... y lo encontraste Chaski, en una estancia lo encontraste.
El único problema es que el dueño de esa pequeña cabaña que tenía la puerta abierta no aparecía por ningún lado.
Igual ingresamos para tender nuestras bolsas de dormir. Ya vez, por eso no te creo del todo cuando niegas que hay algo de locura en lo que haces.
Esa tarde tuviste- tuvimos-suerte. El dueño resultó ser pariente de un arriero que era tu conocido.¡Nos salvamos! El hombre no nos botó, más bien se puso a conversar con nosotros y hasta se animó a prepararnos una sopita para combatir el frío.
Esa noche dormimos en el piso, pero bajo techo. Un lujo.
Caminos rurales
Solo una anécdota de las varias que hemos compartido. La recuerdo hoy, cuando estás a punto de liderar la octava edición del Qhapaq Raymi, la Caminata Chaski que el próximo lunes se iniciará en el usno del centro administrativo inca de Xatun Xauxa (Jauja, Junín), con el objetivo de promover la conservación de las vías peatonales del Perú y resaltar su importancia como patrimonio histórico a escala mundial. “El Qhapaq Ñan y los caminos peatonales rurales del país están en emergencia”, me escribes en un mensaje.
Al leerlo, te imagino enarcando las cejas y cerrando el puño con cólera. Te duele el desinterés y el abandono de nuestro legado arqueológico. Te irritas cuando descubres que alguien transformó un camino prehispánico en una trocha carrozable o en una modesta carretera. ¿Qué hacer, Felipe?... “Seguir caminando, mi hermano”.
Esa es tu labor, tu vocación, tu tarea autoimpuesta. Paso a paso sensibilizando y difundiendo tu mensaje en ciudades, pueblos y comunidades. Pasos infatigables que te conducirán hasta la explanada de Pachacámac (Lima), donde el 21 de diciembre le rendirás tributo al taita Inti. “Es el solsticio de verano, la gran fiesta del sol para el mundo andino”, revelas con entusiasmo.
Falta poco para eso. Paciencia, Chaski. Sé que te mueres de ganas de hacer sonar tu pututo, de ascender y cruzar los territorios del Pariacaca. Hasta los 4,900 m.s.n.m. llegarás, para luego bajar al nivel del mar. Te castigará la montaña con una metralla de granizo como ocurrió aquella vez en la que me atreví a acompañarte, aquella vez que acabo de recordar para explicarte por qué creo que en lo tuyo hay algo de locura. Una linda locura que, con - tradiciendo todos los informes médicos, parece ser contagiosa.
Lo sé. He sido afectado por ella en varias ocasiones. Una locura compartida por Pedro La Rosa, tu socio en esta aventura, quien no se cansa de buscar y encontrar rutas en el ‘País de Xauxa”.
“Los andinos somos grandes caminantes. Conservemos esa tradición y transmitamos un mensaje claro de paz”.
Vieja tradición
Ambos desean que Junín y la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas se conviertan en destinos turísticos especializados en actividades de montaña. “En especial las caminatas porque los andinos somos grandes caminantes. Nosotros debemos mantener esa tradición y, a la vez, transmitir un mensaje de paz”.
Ya no frunces el ceño, ahora invitas a todos a participar en el Qhapaq Raymi. “Es una convocatoria abierta. Iremos con montañistas de distintas regiones, estudiantes universitarios y autoridades electas de Jauja, Yauyos, Huarochirí, Lurín y Pachacámac”. Te conozco, Felipe. Sé lo que pretendes, lo que buscas. No, pero esta vez no me dejaré contagiar. ‘Ya estoy viejo y el Pariacaca no me quiere’, te respondo. Ni yo mismo me creo. El recuerdo de esa tarde de granizo y de esa incursión en una estancia de puertas abiertas generó el efecto contrario. Quiero volver con la intención de prolongar mis pasos hasta el mar Pacíico, la Mamacocha de los incas.
Déjame pensarlo, Felipe. Quizá sí; quizá no. Por lo pronto, solo quiero decirte una vez más que estás loco, aunque la tuya es una envidiable locura. Una locura que hemos compartido entre el granizo y un tazón humeante de sopa en una cabaña que no era nuestra, en una cabaña que invadimos.
Partida y final
- El inicio: el usno de Hatun Xauxa se encuentra en el distrito de Sauja (Jauja, Junín) a 3,380 metros de altitud.
- Divinidad: el Pariacaca se ubica entre Junín y Lima. Tiene una elevación de 5,730 metros (pico norte) y 5,750 metros (pico sur). Fue venerado por los incas.
- Arte rupestre: la cueva de Cuchimachay (Tanta, Yauyos) está a 4,480 m.s.n.m. Conserva imágenes de camelidos.
- El final: Pachacámac, Lurín, es el complejo arqueológico más importante de Lima.
Informes del Qhapaq Raymi, vía Facebook (Rutas de Chaski).
Publicado por: El Peruano, 06 de diciembre del 2018.