AUTORA: Juan C. Sequeiros
Enclavada en la cordillera de Vilcanota, en Cusco, se halla la famosa Montaña de Siete Colores o Winicunca, como se le llama localmente. Se encuentra en el camino al nevado Ausangate, el quinto más altos de todo el país y uno de los lugares más sagrados del mundo andino.
A pesar de ubicarse en una zona considerada de alto valor cultural, esta semana se conoció que la Montaña de Siete Colores había sido dada en concesión a una minera. Y es que el lugar es rico en minerales.
Según una reciente investigación, el color rosado es por la arcilla roja y rocas del tipo fangolito; el blanquecino, por la arenisca cuarzosa y el carbonato de calcio; el rojo, por la presencia de arcilitas, hierro y arcillas pertenecientes al periodo terciario superior; y el verde se debe al compuesto de rocas filitas y arcillas ricas en ferromagnesianos.
Curiosamente, este atractivo turístico es producto del calentamiento global. La coloración de la montaña quedó develada luego de un largo proceso de deshielo, que terminó por descubrir las capas de suelo mezclado con distintos tipos de minerales, que le dan esos tonos amarillos, naranjas, rojos y hasta verdes.
RECURSO ECONÓMICO
A la montaña de Siete Colores se ingresa a través de una puerta de acceso instalada y regentada por la comuna local, el distrito de Checacupe (provincia de Canchis).
Esta se encarga del cobro de ingreso para ver el tractivo natural.
Desde su puesta en valor, han sido los pobladores de la zona quienes se han encargado de todo lo concerniente al cobro por acceder al sitio. El estipendio recibido sirve para solventar algunos servicios básicos.
El costo de entrada es de 10 soles para turistas nacionales y extranjeros, y 5 soles para turistas cusqueños. La cifra de visitantes varía de acuerdo con la temporada del año.
Según la Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo del Cusco (Dircetur), el número de visitantes oscila entre 300 y 700 por día.
La afluencia de turistas en gran número, y de manera desorganizada, amenaza al propio atractivo.
ÁREA DE CONSERVACIÓN REGIONAL
El director de la Dircetur Cusco, Rosendo Baca, señaló recientemente que lo único que puede proteger a la montaña es la declaratoria de esta zona como Área de Conservación Regional (ACR) del Ausangate, propósito que aún no se alcanza.
La primera traba para concretar el ACR fue que toda el área se entregó a la empresa minera Minquest, filial de la canadiense Camino Minerals. No obstante, esta semana, la compañía anunció su intención de ceder la concesión.
Otro problema, según el funcionario, es que los propios pobladores no están de acuerdo con que se establezca la intangibilidad de este sector cono ACR; ya que esto los eximiría de continuar con el cobro por estos accesos, pues el recurso turístico pasaría a ser administrado por el Estado.
Además, la población teme por sus predios.
“Hay comunero que aún se oponen a la iniciativa de Área de Conservación Regional, porque piensan que se les van a quitar sus tierras o que se les van a expropiar sus terrenos. Hay mucho desconocimiento en la zona y en eso estamos trabajando”, refirió.
El presidente Martín Vizcarra declaró el miércoles que la montaña sería preservada.
Solo falta conocer cómo.
Fuente: Diario Correo, 24 de junio del 2018.