Innovador proyecto medioambiental transforma el aceite de cocina doméstico en combustible biodiésel y en glicerina para su reutilización.


MACHU PICCHU, PRIMERA CIUDAD SOSTENIBLE DEL PERÚ

 

 

Autora: Johana Ugaz

 

Saber qué hacer con la basura es un reto en la actualidad. Normalmente, para librarse de ese dolor de cabeza, la mayoría de municipios opta por llevarla a un relleno sanitario. Sin embargo, Machu Picchu -con el apoyo de la empresa privada- ha logrado, desde hace tres años, hacerse cargo de la basura orgánica e inorgánica que produce día a día a través de proyectos innovadores y económicos.


COMPACTADORA DE PET. En el 2016, Machu Picchu estuvo a punto de ser incluido en la lista de Patrimonios en Riesgo por la Unesco, debido al exceso de basura. En la actualidad, gracias a una compactadora donada por la empresa AJE, este peligro quedó en el pasado. “Cada día en Machu Picchu se producen 14 toneladas de basura. Es por eso que hemos venido trabajando con los vecinos sobre la segregación de los residuos. El PET (polietileno tereftalato, plástico usado para hacer envases de botellas) ocupaba el 90%, hoy estamos en 30% gracias a esta máquina”, comenta Armando Mujica, gerente municipal de Machu Picchu.
Por su parte, Jorge López-Doriga, director ejecutivo de Comunicaciones y Sostenibilidad del Grupo AJE, comentó que ellos financiaron y donaron dichas maquinarias (compactadora de PET, convertidor de biodiésel y de biocarbón), con el fin hacer de Machu Picchu una ciudad sostenible con el medio ambiente.


ACEITE QUE VA AL RÍO. Otro problema que presenta este distrito es el aceite de cocina que desembocaba al cauce de los ríos. “Por cada litro de aceite se contamina mil litros de agua. En Machu Picchu, a la semana, dos mil litros de aceite iban al río”, comenta Gabriel Meseth, jefe de Comunicaciones de Inkaterra. Es por ello que hace tres meses, en las instalaciones del Hotel Inkaterra en Machu Picchu, se inició la ejecución de una planta de conversión de aceite usado en biodiésel y glicerina.


PROCESO.
El aceite es recolectado por la Municipalidad de Machu Picchu con el apoyo de los vecinos, dueños de restaurantes y hoteles. Tras el acopio, se vierte en recipientes durante 72 horas para separar el aceite del agua que pudo haber caído durante su uso. Posteriormente, se mide el nivel de acidez para obtener la medida exacta de soda cáustica y metanol que se necesitará. Por cada 40 litros de aceite, se necesita 8 litros de alcohol metílico y 175 gramos de soda caústica. Paralelamente, se eleva la temperatura del aceite a 38 grados, cuando esto sucede ingresa el metóxido (mezcla del metanol con la soda cáustica) y se combina por 35 minutos, hasta obtener una coloración marrón. Después se vierte en recipientes y se deja reposar durante aproximadamente una semana para separar el biodiésel de la glicerina.
El primero se usa para encender las lámparas y calentar las termas del hotel Inkaterra. Mientras que la glicerina sirve para limpiar los pisos de dicho lugar.


BIOCARBÓN. En los próximos meses, la instalación de un pirolizador hará posible la transformación de los residuos orgánicos en biocarbón, el cual se podrá usar como fertilizante. Este producto final será para beneficio de 13 comunidades.



Publicado por: Diario Correo, 13 de marzo del 2018.