La presión social sobre asuntos ambientales hacia los poderes público y privado, pasa de las marchas ciudadanas.
AUTOR: LUIS ALFONSO YEPES BUSTAMENTE
PERIODISTA
Se habla hoy de “ciberactivismo ambiental” y se establecen pros y contras del mismo. Pasando de los correos electrónicos al uso de redes sociales (en especial Facebook y Twitter), y a los sitios especializados (Plataformas como Change.org o Avaaz), los reclamos y propuestas sobre situaciones de afectación al medio ambiente en el mundo toman, sin pausa, un espacio en la internet.
Llenar el correo de un funcionario, viralizar un hashtag, lograr miles de adhesiones a una petición, son acciones cada vez más usadas hoy por activistas ambientales, o por ciudadanos sensibilizados ante asuntos como la contaminación, el cambio climático, los efectos de la depredación de los ecosistemas, la megaminería, la necesidad de normas, y, aún, asuntos como la protección animal, la promoción de nuevos modelos de consumo, el urbanismo y el espacio público.
La presión social sobre asuntos ambientales hacia los poderes público y privado, pasa de las marchas ciudadanas, a la web 2.0, logrando victorias y derrotas en medio de discusiones sobre su real aporte a la solución de situaciones generales o específicas.
Como en el último año se han multiplicado los casos que se podrían calificar de exitosos en este tema: un mejor Acuerdo de Paris (millones de firmas apoyando las tecnologías limpias), acciones de organizaciones como Greenpeace en distintos países, o la revocatoria de la licencia de exploración petrolera en La Macarena, Colombia (40 mil firmas en pocos días), la opinión parece estar a favor de la protesta verde en el ciberespacio.
Los casos se reproducen en todo el mundo, siendo América Latina y en especial Colombia, donde más cantidad se registran. Informaciones de prensa señalaron, que, en los primeros cuatro meses del 2016, de unas 400 peticiones subidas a la plataforma Change.org, el 10% provenían de Colombia. En Chile, el 52.9% de los encuestados, según el informe “Activismo Medioambiental 2.0”, dijo haber posteado opiniones sobre asuntos ambientales en redes sociales.
Pero no todos ven con buenos ojos esta tendencia, pese a su crecimiento. Acusaciones de falso activismo, conformismo y poca efectividad de las acciones, se mueven en muchos sectores. Se pide que los ciberactivistas entiendan que hay que ir a la realidad, mirar a la cara los problemas, y a los interlocutores y no quedarse sólo frente a la pantalla, para solucionar de manera efectiva los problemas del medio ambiente.
Puede que el ciberactivismo ambiental no cambie el mundo, pero algo está haciendo por él. Los casos en Colombia (La Macarena, Arroyo Bruno, Reserva Van Der Hammen, Valle de Cocora, Ciénaga Grande de Santa Marta, coloración del río Medellín, entre otros), muestran que, aunque no siempre se llega a decisiones positivas o certezas para reversar las decisiones, sí hay una corriente de opinión que gana presencia en la sociedad y que puede contribuir al mejoramiento del medio ambiente, con la protesta y la propuesta virtual.
Publicado por: Revista Ambiental Catorce6 (05de Julio del 2016)