UN ENREDO AMBIENTAL

Más de 35 instancias del Gobierno rigen el control ambiental del país. Esta dispersión solo ha acentuado su debilidad. Se necesita una autoridad independiente

Por Nelly Luna Amancio

 

La fiscalización ambiental en el país se asemeja a una enorme y caótica enredadera. Nuestro sistema desvincula la supervisión y control ambiental en más de 35 entidades y dependencias ministeriales. Esta dispersión, lejos de promover un desarrollo más sostenible, ha contribuido con el debilitamiento del sistema (con más de 30 conflictos socioambientales en todo el país, podría hablarse de resquebrajamiento). Cada sector observa y resuelve desde su rincón y desde su propio interés los conflictos que explotan en el camino, aunque casi siempre haya más de un ministerio involucrado. En esos casos, la culpa será de todos, la responsabilidad será de nadie.

Así, el último informe sobre la situación ambiental del país --promovido por el Banco Mundial y el Consejo Nacional del Ambiente (Conam)-- señala que durante los últimos 15 años se ha deforestado una superficie equivalente a cinco veces la región Tumbes y que el costo total de la degradación ambiental ascendería a 8,2 mil millones de soles por año. El diagnóstico no es desproporcionado. Si el Perú no mejora sus controles ambientales el futuro será insostenible. Los especialistas coinciden en una salida: se necesita una autoridad ambiental independiente.

La Ley General del Ambiente reconoce al Conam como la autoridad nacional ambiental, pero deja a los ministerios --encargados de promover la inversión-- la función de fiscalizar precisamente que estas inversiones respeten sus compromisos ambientales. El reconocimiento político dado al Conam en el papel se desvanece en la realidad.

Una muestra flagrante del deficiente control ambiental es el río Rímac. Hay más de una docena de instancias involucradas en su manejo --desde el Ministerio de Energía y Minas hasta la Dirección General de Salud Ambiental, las municipalidades, la Junta de Regantes y la Autoridad Autónoma del Río Rímac nombrada por ley, pero de la que no se conoce su oficina o los nombres de sus funcionarios-- pero hasta ahora ninguna asume integralmente el problema ni puede detener los contaminantes que el Rímac arrastra. Este caso demuestra además cómo el Gobierno crea casi compulsivamente autoridades autónomas con un protagonismo que siempre acaba en el papel. Ese también fue el caso de la Costa Verde.

Esta dispersión institucional --y la poca coordinación entre los sectores-- ha provocado en algunas ocasiones la formulación de normas contradictorias. Los ejemplos abundan. Ese es el caso del cumplimiento de los estándares de calidad ambiental del aire, cuyos límites máximos permisibles no se pueden cumplir por la antigüedad y exceso del parque automotor y por la mala calidad de los combustibles. El Ministerio de Salud aprobó los límites, pero el Ministerio de Transportes no sacó adelante las revisiones técnicas, ni las municipalidades reordenaron el transporte, ni el Ministerio de Energía y Minas exigió mejor calidad en los combustibles.

La respuesta a este caos normativo y debilidad institucional la han dado la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental y la misma Defensoría del Pueblo. Han recomendado la creación de una autoridad ambiental independiente. La Defensoría se encuentra actualmente elaborando un informe --que estará listo en noviembre-- explicando por qué es necesario otro modelo de gestión. Samuel Abad, defensor adjunto, dice: "Se recomienda la creación de una autoridad independiente de los sectores, con peso y responsabilidad política en los temas de su competencia, con recursos técnicos y presupuestales suficientes". Asegura que la concentración de las herramientas de fiscalización y organización evitará la dispersión y el desorden de funciones. Quien también está analizando de cerca esta propuesta en la Defensoría es el abogado Vito Verna: "En el informe que preparamos describimos diferentes escenarios, lo que creemos es que esta nueva entidad deberá tener rango de ministerio, con voz y voto en la Presidencia del Consejo de Ministros". Esta propuesta la comparte el actual presidente del Conam, Manuel Bernales, quien exigió un mayor protagonismo para su entidad.

"La tendencia dominante en la región y en los países desarrollados es la de concentrar las funciones de regulación ambiental de relevancia nacional en una sola entidad", agrega el consultor ambiental, Iván Lanegra. El ex secretario técnico del Conam, Mariano Castro, sostiene que en países como México, Costa Rica, España y Chile, donde la gestión ambiental ha dado mejores resultados, las autoridades ambientales tienen rango ministerial. El Perú --con su enorme biodiversidad-- es el único país de América Latina que no tiene esta característica.

Fuente: El Comercio