CARAL, LA PRIMERA CIUDAD DE AMÉRICA

 


La ciudad más antigua de América se encontraba en el norte del Perú, en Caral, según las pruebas científicas, tiene una antigüedad promedio entre 2.627 y 2.100 antes de Cristo aproximadamente


NO HAY en  America otra ciudad mas antigua

Al mismo tiempo que Egipto florecía a orillas del Nilo, 5.000 años atrás, una cultura similar en complejidad empezaba a despuntar en Perú, donde los arqueólogos han encontrado los restos de la civilización más antigua de América.
 


El lugar de nacimiento de la civilización americana:
Caral posee algunos de los mayores edificios encontrados en el valle de Supe, con plataformas en las que caben dos estadios de fútbol y construcciones de cinco plantas.

La arqueóloga peruana Ruth Shady, quien dirigió las investigaciones en el sitio arqueológico de Caral, unos 200 kilómetros al norte de Lima, aseguró que esta ciudadela "es de lejos la más antigua de América" y rompe la concepción que se tenía hasta hoy de los más antiguos centros urbanos en el mundo. La ciudad fue descubierta en 1905 pero la ausencia de cerámica, y otros datos que faltaban, no permitieron que los arqueólogos se dieran cuenta de la antigüedad de este sitio.

"No hay en América otro sitio que tenga similares características sino hasta 1000 ó 1500 años después", manifestó Shady, quien estudió desde 1996 los restos arqueológicos del valle costero de Caral, en el centro norte del Perú.
Shady señaló que hace años ya se manejaba la hipótesis de que Caral era la ciudad más antigua de América, pero no fue comprobado hasta que se tuvieron los resultados de las pruebas del radio carbono (carbono 14) en restos de fibra recuperados en varias zonas del lugar.
"Esos resultados nos permiten afirmar que esta ciudad fue construida por una sociedad con una organización sociopolítica de nivel ya estatal, que controlaba la productividad de un área mucho mayor que la del valle de Supe (al norte de Lima), y que había construido asentamientos de tipo urbano a lo largo de este valle", señaló.
 


Según las pruebas científicas, Caral tiene una antigüedad promedio entre 2.627 y 2.100 años antes de Cristo aproximadamente y dijo que en el resto de América "el desarrollo urbano comienza 1.550 años después que en Perú".
Shady señaló que Caral, donde fueron halladas pirámides de más de 150 metros de planta, muros de hasta 20 metros de elevación y grandes plataformas de piedra, "habría tenido entre 500 y 600 años de ocupación".
La arqueóloga añadió que "en honor a la verdad" fue un equipo de arqueólogos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), decana de América, el que estudió primero la zona y determinó que se trataba de la ciudad más antigua del continente.
En este sentido enfatizó que el antropólogo del Field Museum de Chicago (EE.UU.) Jonathan Haas y Winifer Krammer, de la Universidad de Illinois, sólo contribuyeron con un aporte económico para poder realizar doce de las pruebas de carbono, ya que el resto fueron pagadas por Betty Meggers del Smithsonian Institution.
"Haas y Krammer vinieron a Caral y han colaborado para obtener las muestras que se enviaron (a EE.UU.) para la datación y estamos coordinando la posibilidad de un trabajo conjunto en el futuro para profundizar los estudios sobre la sociedad y cultura de Supe", indicó.
 


La también directora del Museo Arqueológico de la UNMSM mantuvo que Caral rompe "todos los esquemas" que tenían los arqueólogos respecto a que las civilizaciones complejas sólo pueden florecer en un período en el que exista la cerámica.
"A diferencia de otros sitios del período arcaico lo importante de Caral es que es monumental, por eso nadie creía que era del pre-cerámico", manifestó.
Caral, explicó Shady, tiene más de 65 hectáreas de extensión y desde 1996 los arqueólogos peruanos iniciaron las excavaciones de las 32 estructuras piramidales.
"Hemos excavado hasta la fecha tres estructuras piramidales de diferente rango, extensión o tamaño y estamos excavando cuatro sectores residenciales, diferenciados por su ubicación, por su tamaño y la calidad del material constructivo", señaló.
Caral, precisó, tuvo a diferencia de las sociedades agrícolas de su época una economía mixta que se sustentaba en actividades agrícolas y pesqueras, sus habitantes consumieron grandes cantidades de anchoveta y hubo un intenso comercio del algodón.
"En Caral se han encontrado productos de la sierra y de la selva", lo que demuestra que hubo un "intercambio sostenido a pesar de las dificultades para la comunicación en un territorio como el área del norte centro atravesado por la Cordillera de Los Andes", señaló Shady.
"Era una sociedad con una organización muy compleja para su época. Ha tenido un desarrollo precoz más avanzado que su vecinas del territorio americano", acotó.
En Caral fueron hallados hace algunos años los restos de un niño de algo más de un año, del 2.300 antes de Cristo, que fue sacrificado y enterrado antes de construir un sitio residencial.
También se encontraron, en una de dos tumbas saqueadas, restos de cabellera cortada, que se exhiben hoy en el Museo Arqueológico que posee la Universidad San Marcos, en el centro de Lima.
Shady explicó que aún hay que establecer cómo fue la jerarquía de estos centros urbanos, qué tipo de estructura social permitió su organización.
"Son aspectos que están pendientes de investigación, que requieren de mayores fondos" manifestó.
"Es un orgullo para los peruanos tener conocimiento sobre este precoz periodo de desarrollo y espero sirva de fuente de ingresos a través del turismo para mejorar la economía tan deprimida de los pobladores de este pequeño valle", señaló.

 

      


La Sociedad de Supe en los Albores de la Civilización
Caral es el asentamiento más destacado de los 18 identificados a lo largo de 40 km del valle bajo y medio de Supe, cada uno de los cuales reúne edificios públicos con la característica plaza circular hundida, además de un conjunto de unidades domésticas. No es Caral el más extenso pero sí el que muestra un diseño arquitectónico planificado y una fuerte inversión de fuerza de trabajo en la construcción de los edificios piramidales. Por la extensión de los asentamientos y por la cantidad de trabajo invertida se hace evidente que ellos tienen un ordenamiento jerarquizado y que había una organización social unificada en el valle. Este patrón de distribución puede extenderse también a los valles de Pativilca, Fortaleza y Huaura, los cuales, al lado de Supe, debieron constituir el territorio base de formación del Estado prístino.

La ciudad de Caral se encuentra en el inicio del sector medio del valle de Supe, provincia de Barranca, a 184 km al norte de Lima, en el área norcentral del Perú. Es el asentamiento urbano más destacado por su extensión y complejidad arquitectónica de todos los identificados en el Perú entre los 3000 y 2000 años a.C.

Caral ocupa 66 ha, en las cuales se distingue una zona nuclear y una zona marginal. En el núcleo, las edificaciones están distribuidas en dos grandes mitades: una alta donde se pueden apreciar las construcciones piramidales más destacadas, una plaza circular hundida, dos espacios de congregación pública masiva, además de las unidades domésticas y de almacenamiento de los funcionarios, así como un conjunto residencial extenso. La mitad baja tiene edificios de menores dimensiones, aunque destaca el complejo arquitectónico del Anfiteatro, y un conjunto residencial, igualmente, de menor extensión. La zona en la periferia tiene numerosas viviendas agrupadas, distribuidas a modo de archipiélago en «islotes», a lo largo de la terraza que linda con el valle.

Millones de piedras fueron cortadas y trasladadas a la ciudad para la construcción de los edificios públicos, para remodelar los diseños arquitectónicos o para enterrarlos cíclicamente y construir uno nuevo.

 

     



Condiciones económicas que sustentaron la vida y obra de la sociedad de Supe
Los avances tecnológicos alcanzados en los campos agrícola y pesquero en los valles interandinos y en el litoral, respectivamente, incidieron en el desarrollo de las fuerzas productivas de las sociedades que habitaban los valles costeños del área norcentral, en particular en las de Supe. La producción de algodón y la manufactura de fibra destinada a la elaboración de ropa y sobre todo de redes para la extracción masiva de pescado, fomentaron la especialización laboral y favorecieron la complementariedad económica mediante el intercambio permanente de productos entre los asentamientos de agricultores y de pescadores. Se hizo posible, así, la acumulación de la producción, la división social del trabajo, la especialización, el intercambio a corta y a larga distancia.
 

      


La trama social y la formación del Estado
Los excedentes derivados de la producción social, tanto en el campo agrícola como en el pesquero, fueron distribuidos de modo desigual, en beneficio de los representantes de linajes y de los especialistas a cargo de las actividades necesarias para garantizar la reproducción del sistema; se formaron así en el área norcentral comunidades de agricultores y pescadores, “pachacas”, dirigidas por sus autoridades y «principales», con sus respectivos edificios públicos para fines administrativos y ceremoniales, sus conjuntos residenciales y su territorio de producción económica.

La producción excedentaria favoreció a las poblaciones del valle medio de Supe, mejor ubicadas para el intercambio de productos. Los valores agregados en la manufactura con la fibra de algodón y en el procesamiento de la anchoveta y sardina, con fines de intercambio, enriquecieron y acrecentaron el prestigio de los «principales» a cargo del comercio interétnico.Entre las autoridades se distinguió el hunu o señor de los señores de los asentamientos del valle y del litoral, y sobre todos los hunus se encontraría el señor del territorio comprendido entre los valles de Santa y Chancay. Este modelo de organización política continuaría en el Perú prehispánico a través del tiempo.

El Estado prístino de Supe logró movilizar grandes cantidades de fuerza de trabajo, y mediante complejas redes de relaciones consiguió atraer en su beneficio el excedente producido en un extenso territorio, que incluía, además del costeño, el Callejón de Huaylas, el Huallaga y el Marañón.
La población mayoritaria conformó el estrato social bajo, dedicada a las actividades agrícolas o pesqueras y a todas las labores que le demandaba el Estado.
 

 


La importancia del conocimiento en el desarrollo civilizatorio.
En esas condiciones socioeconómicas se desarrollaron las ciencias, tecnologías y artes. Conocimientos en astronomía, geometría, aritmética, biología, medicina, etc., fueron aplicados en la predicción del clima, en la elaboración del calendario, en la construcción de obras arquitectónicas, en el manejo de los suelos por medio de la excavación de canales de riego o de drenaje y la habilitación de chacras, en el mejoramiento genético de las plantas, en el tratamiento de algunas dolencias o enfermedades, en la administración pública y en la manufactura de artefactos con fines ceremoniales, comerciales y suntuarios. Estos avances en el conocimiento, realizados por especialistas, les dio también poder a éstos e hicieron posible mejores condiciones de vida para las poblaciones del área norcentral en los albores de la civilización.

Hoy podemos admirar el orden urbano, la obra arquitectónica, los geoglifos que antecedieron en más de tres mil años a las líneas de Nasca, la decoración de sus murales, los instrumentos musicales, sus elaborados textiles y adornos personales, la variedad genética de sus productos y su propia representación en más de un ciento de figurines de barro no cocido.
 

   


El rol de la religión
Un sistema elaborado de creencias, ceremonias y rituales impregnó a las sociedades de los valles ubicados entre el Santa y el Chancay y las sierras y selvas colindantes, articuladas por el primigenio Estado político de Supe o atraídas por su prestigio. Se formaron complejos universos mitológicos y simbólicos.

En ausencia de un grupo militar, la religión fue la fuerza de cohesión y control social. La vida y el quehacer de las poblaciones transcurrieron dedicados a producir para su subsistencia y para el mantenimiento de los dioses, autoridades, funcionarios y servidores, así como a efectuar los trabajos de construcción, enterramiento y remodelación de los templos, para lo que eran convocados periódicamente.
 

  


Caral y la autoestima social

La primera contribución de Caral a la sociedad actual es en el campo del conocimiento histórico al mostrar la gran antigüedad de la civilización en el Perú y América y modificar con ello concepciones sobre la condición humana en el planeta. En el caso más concreto de nuestro país, la investigación sobre Caral permite conocer las respuestas dadas por sociedades que habitaron por casi un milenio este territorio antes que nosotros; podemos aprovechar las experiencias positivas y desechar aquellas fallidas.

Desde la perspectiva cultural, Caral está llamado a convertirse en uno de los más importantes instrumentos para mejorar la autoestima de los peruanos y a constituirse en el símbolo más destacado de la identidad nacional, por ser la primera civilización, la más antigua de América y el modelo de organización sociopolítica que desarrollarían otras sociedades en períodos posteriores en el territorio del Perú. Nos pone en evidencia la capacidad creadora de los habitantes de este disímil territorio que con esfuerzo y organización lograron ingresar al estadio civilizatorio un milenio y medio antes que otras poblaciones del continente.

En el aspecto económico, la puesta en valor de Caral, a través de acciones de investigación, consolidación y restauración de sus imponentes construcciones monumentales, la convertirá en un destino turístico de primer orden a escala nacional e internacional, y en una fuente de ingresos importantes para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones de la localidad y del país en general. Por su valor histórico, cultural y económico, el destinar fondos a Caral no es un gasto es una inversión que contribuirá al desarrollo del país. Confiamos en el cambio de actitudes, en el reconocimiento de los valores de nuestra historia milenaria, que todo peruano debe hacer para afirmarse y conducirse con seguridad, sesionado de la misma visión de desarrollo, en beneficio de los que conformamos esta nación.
 


El patrimonio cultural como eje que fomente el desarrollo socioeconómico.
Pero no solo se trata del patrimonio cultural. El Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe considera que la riqueza arqueológica del valle debe fomentar el desarrollo socioeconómico en sus diversos aspectos: agrario, ordenamiento de cuenca, reforestación, producción artesanal y manufacturera, etc. para que este importante recurso cultural pueda ser apreciado en un contexto social adecuado en concordancia con su importancia. Creemos que de este modo la población actual podrá identificarse con la fuente de la que derive una mejor calidad de vida y no se convertirá en mero espectador del bienestar de los visitantes. Con esta perspectiva venimos trabajando, pero se requiere del apoyo de diversos sectores del gobierno Central, del Regional y local, así como de la sociedad civil para que aunando esfuerzos se pueda hacer realidad esta visión integradora del desarrollo en beneficio del patrimonio arqueológico y de la población actual que vive al lado de él.
 

 

Turismo
El día 2 de noviembre de cada año se realiza una visita guiada a la Ciudad Sagrada de Caral; los visitantes podrán apreciar las impresionantes edificaciones monumentales como la Pirámide Mayor, el templo del Anfiteatro, Pirámide de la Galería, Pirámide de la Cantera, Pirámide de la Huaca, Pirámide Menor y el Templo del Altar Circular además, de los distintos sectores residenciales.

Las excavaciones efectuadas permiten mostrar las expresiones culturales del proceso civilizatorio de la sociedad de Supe que data entre 5 000 y 4 000 años al presente; sociedad contemporánea con la egipcia en el período de construcción de las pirámides de Giza y con la de Mesopotamia durante el auge de las ciudades sumerias.

La sociedad de Supe avanzó en conocimientos y en organización social, adelantándose a otras sociedades del continente americano en, por lo menos, 1 500 años.

Caral se encuentra en el valle de Supe a la altura del kilómetro 182, al norte de Lima y a 23 km de la carretera Panamericana.

 

 

 

 

 

http://www.caralperu.gob.pe/nueva/p_viaje_educ.html

 


Ruth Shady Solís                                                         

Arqueóloga, Jefa del Proyecto Especial Arqueológico
Caral-Supe/I.N.C.
Contactos: caral@terra.com.pe