La última versión de trumpcare es la peor de todas. Un gran declive en el número de estadounidenses con seguro médico y una fuerte caída en la calidad de la cobertura para quienes sigan teniéndolo.


CRUEL Y FRAUDULENTA

 

 

AUTOR: ANTONIO YONZ MARTÍNEZ
ECONOMISTA

 

Hace unos días, el “tuiter en jefe” exigió al Congreso aprobar, antes de que entre en receso, “un nuevo y hermoso proyecto de ley de cuidado de la salud”. Pero la última versión de la “reforma”, presentada por el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, no tenía nada hermosa, sino que era sorprendentemente fea, tanto intelectualmente como moralmente. (Nota del editor: su aprobación fracasó esta semana porque cuatro senadores republicanos anunciaron que no votarían a favor).

Las previas iteraciones de Trumpcare (primero en la Cámara de Representantes y luego en el Senado) fueron terribles, pero la última ha sido peor de todas. Primero hablemos de la parte que parecía un paso en la dirección correcta, aunque realidad era un engaño: el proyecto original del Senado reducía los fondos para el programa Medicaid, al tiempo que establecía grandes recortes impositivos para los ricos, así que la nueva versión daba marcha atrás en algunos de ellos, pero no en todos, lo que sonaba como una concesión a los republicanos moderados.

Sin embargo, el proyecto ofrecía beneficios tributarios que favorecían a las personas de ingresos altos, pero no solucionaba los dos grandes problemas de la propuesta original – los salvajes recortes en Medicaid y las mayores primas del seguro médico para los trabajadores de mayor edad y menores ingresos-. Salvo unos cuantos retoques, la drástica disminución de fondos para Medicaid siguió siendo parte del plan, a pesar de los desesperados intentos de los republicanos por negarlo.

Entre las novedades, figuraba algo de dinero para la crisis de la adicción a los opiáceos y para pacientes en alto riesgo, así como algo de respaldo adicional para las aseguradoras- o sea, lo mismo que los republicanos atacaron como bienestar corporativo” cuando los demócratas lo hicieron-.

Pero el cambio más importante del proyecto fue la manera en que destruiría la protección para las personas con preexistencias. La Ley de Acceso a la Salud (Obamacare) fija estándares mínimos en los tipos de pólizas que las aseguradoras pueden ofrecer, mientras que el proyecto del Senado que busca reemplazarla cedió a las demandas de Ted Cruz de permitir que las aseguradoras puedan ofrecer planes con cobertura mínima, con deducciones muy altas que los harían inservibles para la mayoría.

Los efectos de este cambio hubiesen sido desastrosos. No lo digo yo, sino el gremio que agrupa a las aseguradoras de salud (AHIP), que publicó una carta abierta advirtiendo que la propuesta de Cruz “fracturaría y segmentaría los mercados de seguros en grupos separados por riesgos”, lo cual los desestabilizaría y haría que las personas con preexistencias pierdan su cobertura 0 accedan a planes de seguros “mucho más caros” que con Obamacare. Dicho de otra manera, este proyecto hubiese creado una clásica espiral de muerte en los mercados de seguros. Los republicanos han estado prediciendo tal espiral por años, pero por los motivos equivocados: todo indica que Obamacare, a pesar de sus problemas, se estará estabilizando y funcionando bastante bien en los estados que aplican la ley en su totalidad; pero este proyecto hubiese saboteado ese progreso.

Seamos claros, muchas de las víctimas de este sabotaje hubiesen sido miembros de la clase trabajadora blanca, gente que votó por Donal Trump creyendo sus promesas de que no habría recortes en Medicaid y que todos tendrían un seguro médico mejor y más barato. Entonces, cabe preguntarse por qué los líderes republicanos han estado empujando el proyecto y por qué existía la posibilidad real de que se convirtiera en ley.

Yo diría que eso es lo que los republicanos siempre han deseado: un gran declive en el número de estadounidenses con seguro médico y una fuerte caída en la calidad de la cobertura para quienes sigan teniéndolo. Por supuesto que durante los ochos años de acometidas contra Obamacare, el partido republicano aparento otra cosa: denunciaban que el programa no cubría a todos, atacaban los gastos corrientes que generaba, etcétera.

Lo que la ideología conservadora siempre negó fue la premisa de que las personas tienen derecho al cuidado de su salud. Es que la elite republicana considera que los afiliados a Medicaid, en particular, son unos “aprovechados” que están robando la plata de los ricos. Y la opinión conservadora siempre ha sido que los estadounidenses cuentan con un seguro médico demasiado bueno que deberían pagar más en deducibles y copagos, de modo que cuentan con un incentivo para que los costos se mantengan bajos.

Así que estamos viendo lo que supuestamente ha sido el último acto de un prolongado fraude, el momento en que los estafadores debían pasar por caja y que sus víctimas debían descubrir cómo fueron completamente engañadas. La pregunta es si los republicanos podrán salirse con la suya.

 

Publicado por : Diario Gestión (19 de Julio del 2017)