Guía para villanos

 

LOS CLUBES DE FÚTBOL PUEDEN SER UTILIZADOS CON FACILIDAD PARA CONVERTIRSE EN MÁQUINAS DE LAVADO DE DINERO.

EDICIÓN IMPRESA

Se acerca una nueva temporada de fútbol y, con ella, nuevos jugadores, costosas réplicas de camisetas y desagradables dueños de clubes. Si usted es uno de ellos, la mayoría de entendidos asumirá erróneamente que lo único que está lavando es su reputación y que está dispuesto a perder millones en una locura filantrópica de índole deportiva. Eso es ser demasiado amable, pues su nuevo activo no solo le ayudará a lavar su dinero sucio sino que le hará ganar mucho más.

Son buenos tiempos para ingresar al negocio futbolístico. Los bancos están menos generosos y sentimentales para otorgar préstamos, y las autoridades tributarias se muestran menos indulgentes, tal como lo descubrió el club Rangers de Glasgow (Escocia): fue obligado a declararse en liquidación por causa de los atrasos en su deuda fiscal y luego reconstituirse bajo un nuevo propietario. Pero con los tiempos difíciles que corren, los clubes se desesperan y se abaratan. Establezca una empresa holding (o un grupo de ellas) en una jurisdicción discreta, como lo hacen muchos dueños, y tendrá a su disposición una máquina lavadora de dinero y malversadora de fondos. Es improbable que las autoridades le molesten.

Empiece con la taquilla. Exagerar la asistencia a los partidos le permitirá manejar algo de las sucias ganancias que obtuvo en su anterior negocio, convirtiéndolas en ingresos legítimos —esta regla funciona mejor si adquiere un club de una liga inferior, donde los estadios no suelen llenarse—. Si, por el contrario, necesita algo de efectivo, puede desviarlo de lo obtenido por las entradas —una táctica que según los rumores, algunos de los grandes jefes del fútbol brasileño, los “cartolas”, solían emplear en el pasado—.

Otra oportunidad dorada es el mercado de pases entre clubes, que atraviesa fronteras. Hubo una época en que las estafas eran simples: los entrenadores recibían “tapones” (sobornos) y el jugador era comprado con dinero del presidente del club. Hoy los trucos son más complejos —y algunos dueños participan en ellos—. Un objetivo es el lavado de dinero. Las transferencias incluyen enormes y mayormente subjetivas sumas (dado que un futbolista vale cualquiera sea el monto que alguien esté dispuesto a pagar por él).

Como están involucrados agentes y otros intermediarios, los pagos pasan a través de múltiples manos y jurisdicciones, lo cual es perfecto para ocultar el origen y la dirección del dinero. Venda un jugador a un club amigable que públicamente infle el verdadero precio y podrá complementar la comisión con un par de millones de euros que obtuvo ilegalmente: ese dinero estará ahora limpio y en las cuentas de su club. Y al revés —inflando el valor del jugador que adquirirá—, ganará un activo sobrevalorado que le será útil en su balance general, lo cual ayudará a que su club pueda obtener préstamos.

Las transferencias también le permitirán privatizar los ingresos del club y defraudar a los accionistas minoritarios. Con la ayuda de un agente cooperador, las comisiones, emolumentos e incluso parte de los sueldos de los jugadores podrán encontrar el camino de retorno hacia usted (y lejos del recaudador de impuestos). Los agentes que además son amigos personales son los más seguros. Además, hay que tener en cuenta que las regulaciones que norman las transferencias son fáciles de burlar.

Otro truco —qué cólera que ha sido prohibido por algunas asociaciones nacionales de fútbol— es la propiedad por terceros, es decir, que los derechos sobre un jugador son poseídos (o parcialmente poseídos) por un consorcio externo a su club. Bajo esa figura, usted podrá invertir secretamente en jugadores que luego alquilará a su propio club, con lo que obtendrá ganancias adicionales; o vender a la estrella de su club a su empresa por un precio deprimido y luego venderlo a otro club a un monto mayor. Naturalmente, los contratos de construcción o suministro de alimentos de su club serán adjudicados a sus empresas.

La mayoría de quienes no están vinculados con el negocio piensa que cuando los partidos están arreglados, hay que culpar a infiltrados: las bandas criminales de Asia o los gánsteres balcánicos son los sospechosos habituales, pero los arreglos más seguros son tramados dentro del mismo negocio. Después de todo, usted paga los sueldos de los futbolistas de modo que se encuentra en la mejor posición para sobornarlos.

Usted puede decidir quién jugará y quién se quedará en la banca, o quién será transferido (o se quedará en el club). Esto otorga a los propietarios marrulleros mucho campo de acción para influenciar la conducta de los jugadores. Aquellos que reciben sueldos bajos o irregulares, que a menudo están en Europa del Este o la antigua Unión Soviética, tienden a ser los más susceptibles a estas prácticas.

No obstante, el arreglo de resultados también ocurre en las grandes y supuestamente reputadas ligas europeas —y debido a que los apostadores asumen que los partidos son limpios, usted puede hacer grandes apuestas de manera disimulada—. Si usted o sus jugadores se niegan a perder un partido, todavía podrá arreglar detalles —y apostar— como por ejemplo el tiempo que transcurrirá hasta el primer tiro de esquina.

Cuando el arreglo esté hecho, considere la posibilidad de emular al presidente de un club de Macedonia que vendió los detalles de un partido a los mafiosos. Los grupos de apuesta de este tipo comprarán información sobre las lesiones de los jugadores, ataques de nervios, etcétera. Felizmente, para usted, es difícil probar el arreglo de partidos y la Policía en la mayoría de países no está interesada en investigar.

Esto es solamente lo básico: después de una o dos temporadas, usted podrá realizar estafas más extravagantes. Inspírese en Arkan, el fallecido paramilitar serbio, de quien se dice que utilizaba su club de fútbol para traficar armas y drogas. Sin embargo, será mejor estar lejos de Rusia, donde el juego posee una alarmante tasa de muertes y donde los caudillos del norte del Cáucaso (siniestros incluso para los estándares futbolísticos) han comenzado a comprar clubes.

La precaución también es recomendable en Bulgaria: quince jefes de clubes de fútbol de la liga mayor han sido asesinados en la última década. Un cable diplomático estadounidense redactado en enero del 2010 y publicado por Wikileaks, decía que “las acusaciones de apuestas ilegales, arreglo de partidos, lavado de dinero y evasión tributaria” plagaban el fútbol búlgaro.

Algunas asociaciones nacionales realizan investigaciones superficiales a los nuevos dueños de clubes, pero es improbable que esto interfiera con vuestros planes. La posesión de un historial criminal puede ser un obstáculo para adquirir un club, pero si usted amasó su dinero en un lugar donde la ley es flexible y los jueces complacientes, esos detalles incómodos pueden ser borrados de su legajo. ¡Disfrute el juego bonito!

Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez

© The Economist Newspaper Ltd,

London, 2013