USOS DE LOS
MICROORGANISMOS EN LA ELABORACIÓN DE ALIMENTOS
Por Maite Pelayo
Sin comprender bien qué ocurría, las culturas más antiguas han utilizado los
microorganismos como aliados en la elaboración de diferentes tipos de alimentos.
La base de estos procesos casi siempre es la misma: un soporte rico en
nutrientes sobre el que un determinado microorganismo se desarrolla y transforma
el alimento en otro muy diferente, a través de un proceso conocido como
fermentación. Algunos de los más utilizados son las levaduras, sobre todo las
pertenecientes al género Saccharomyces, responsables de la elaboración del vino,
la cerveza y el pan. Con el paso del tiempo, estas fermentaciones milenarias se
estudiaron y controlaron para dirigirlas hacia la producción de determinadas
sustancias apreciadas en el alimento o, por el contrario, para eliminar las
indeseables.
- Imagen: Javier Leiva - Hoy en día es una ciencia que se controla hasta el más
mínimo detalle, pero en un principio se denominó "la enfermedad del vino", un
proceso fermentativo mediante levaduras que provocaba "fiebre en los caldos" a
partir de un zumo muy rico en azúcares, convertidos en alcohol tras el proceso.
La inoculación casual a través de la propia materia prima es un proceso
provocado, e incluso, las propias cepas de levaduras se cultivan y diseñan para
generar los linajes más adecuados en cada caso. Lo mismo podría decirse de la
cerveza.
En realidad, el proceso fermentativo puede desencadenarse en cualquier caldo
rico en azúcares (zumo de frutas o arroz) que, inoculado con la levadura, se
transforma en una bebida alcohólica. Si después estos caldos se fermentan de
nuevo, esta vez por bacterias del ácido acético, se obtendrá vinagre (de vino o
malta en el caso de la cerveza). En el caso del pan, otro de los alimentos en
los que intervienen las levaduras, no se busca la producción del alcohol, sino
de dióxido de carbono, para conseguir la esponjosidad de la masa.
Bacterias ácido lácteas
Las bacterias del ácido láctico constituyen un amplio conjunto de
microorganismos benignos que, a partir de azúcares (lactosa en el caso de la
leche), crean ácido láctico como producto final del proceso de la fermentación.
Las bacterias ácido lácticas se han empleado para fermentar alimentos desde
tiempos remotos. Su uso más corriente son los productos lácteos fermentados,
como el yogur, el queso o la mantequilla, pero también otros menos conocidos
como el kéfir o el exótico kumis. El hecho de que cuando fermentan creen un
ácido, hace que el producto resultante no sea adecuado para el desarrollo de la
mayoría de otros microorganismos. De ahí que, además de producirse un nuevo
alimento de características diferentes, se crea un medio de conservación de
alimentos tan vulnerables como la leche.
Las bacterias ácido lácticas se han empleado para fermentar alimentos desde
tiempos remotos
En lo que concierne al yogur, su elaboración se debe al trabajo complementario
entre dos bacterias, Streptococcus thermophilus y Lactobacillus bulgaricus, que
producen un alimento muy estimado tanto desde el punto de vista gastronómico
como nutricional y dietético. En la elaboración del queso, pueden diferenciarse
dos etapas principales: la formación de la cuajada y su maduración. La cuajada
se forma como resultado de la coagulación de las proteínas de la leche, como
consecuencia de un proceso microbiológico debido a la acidificación del medio
por parte de las bacterias lácticas. También puede utilizarse para este mismo
fin una enzima conocida como renina, que se extrae del estómago de las terneras.
La posterior maduración de la cuajada es un proceso muy complejo y variable, en
función de la clase de queso que se elabora. Está basado en procesos de
degradación de las proteínas y grasas que confieren el sabor y aromas
característicos. En algunos casos, los microorganismos desempeñan papeles muy
específicos en la maduración de los quesos. Entre otros, el color azul y aromas
peculiares de los quesos azules son consecuencia del crecimiento de ciertos
hongos del género Penicillium en toda la masa del queso. En el caso de los
quesos de agujeros, estos son el resultado de la formación de dióxido de carbono
tras fermentar el lactato, que produce propiónico y les da su típico sabor.
Otros procesos microbiológicos
También la elaboración de la mantequilla es, en parte, un proceso
microbiológico. En su caso, es necesario un agriado inicial, causado por los
llamados estreptococos de la leche, para poder separarse después la grasa de la
mantequilla durante el batido. Además, estos microorganismos crean pequeñas
cantidades de acetoína, una sustancia que se oxida de forma espontánea a
diástilo, el compuesto responsable del aroma y sabor de la mantequilla. En
algunos países, es costumbre que la leche experimente un proceso mixto de
fermentación a base de bacterias lácticas y levaduras y se forme un producto
lácteo agrio, pero con contenido en alcohol, como es el caso de kéfir y el
kumis, un lácteo elaborado con leche de yegua, que constituía parte importante
de la dieta de algunos pueblos guerreros nómadas de Eurasia.
Pero las bacterias del ácido láctico no solo pueden desarrollarse en sustratos
como la leche. La fermentación láctica también puede ocurrir sobre materiales
vegetales. Es el caso de la elaboración de col fermentada ácida o de algunos
tipos de aceitunas y encurtidos agrios.
Formación de alimentos exóticos
Mas exótica y lejana resulta la elaboración de la salsa de soja, el miso y el
tempeh, que se realiza en Oriente mediante hongos. En la elaboración de la salsa
de soja se utilizan el hongo Aspergillus oryzae y otros microorganismos para
fermentar una mezcla compuesta de soja y trigo con un fuerte aroma y un color
marrón rojizo oscuro. Durante el proceso de fermentación (que puede durar hasta
un año), las proteínas y los azúcares se descomponen y los productos de la
mezcla inicial dan lugar a una gran variedad de componentes de diversos sabores
y aromas tan característicos. El miso, fruto de la fermentación de la pasta de
soja que se utiliza como base de sopas y salsas, se obtiene a partir de una
mezcla de microorganismos similar. En la producción del tempeh también se usa el
hongo Rhizopus oligosporus. El tempeh es una especie de pastel de soja
fermentada, básico en la dieta de países como Indonesia, donde se utiliza como
fuente principal de proteínas y otros nutrientes esenciales.
Bacterias y aditivos
Pero los microorganismos también se usan para obtener saborizantes y aditivos.
El ácido glutámico, un aminoácido usado para obtener glutamato monosódico, es
uno de los potenciadores de sabor más comunes en alimentación y se puede obtener
mediante fermentaciones. La lisina, un aminoácido esencial, es decir, un
componente de las proteínas que el ser humano no puede sintetizar, sino ingerir
a través de la alimentación, también puede originarse mediante la fermentación
de ciertas bacterias.
De esta manera, puede añadirse lisina a algunos alimentos para mejorar la
calidad nutricional de sus proteínas pobres en este aminoácido tan necesario en
la dieta. Por otro lado, el ácido cítrico que se agrega a refrescos y productos
de confitería se extraía en el pasado de los cítricos. Sin embargo, en la
actualidad, la práctica totalidad de su producción procede de la fermentación de
Aspergillus niger. Por último, los microorganismos también se utilizan para
elaborar aditivos que dan consistencia a los alimentos. Muchas sustancias que se
utilizan en la industria alimentaria como espesantes, emulgentes y excipientes,
como xantina y la dextrina, se obtienen a partir de determinados
microorganismos.
LA FERMENTACIÓN, UN PROCESO BIOLÓGICO
Cuando en 1837 tres personas propusieron casi de forma independiente y
simultánea que la levadura que aparece durante la fermentación alcohólica era
una especie de "planta microscópica", que convertía los azucares en alcohol
etílico y dióxido de carbono, fueron criticadas por la comunidad científica de
la época. Ellos defendían que este proceso, la fermentación alcohólica, era una
función vital de las células de levadura y no un proceso químico. Años atrás, la
química había hecho grandes progresos y se abrió un amplio y esperanzador camino
en la llamada química orgánica. Con la demostración de que los compuestos
orgánicos presentes en la naturaleza podían sintetizarse en un laboratorio, los
químicos pensaron que los procesos naturales observados en la naturaleza podían
analizarse en términos puramente físico-químicos.
Pero se equivocaban. Cuando aún no se había resuelto el "problema de la
generación espontánea", según la cual los microorganismos aparecían como por
arte de magia en un entorno determinado, fue otro químico de formación, Pasteur,
quien demostró al mundo científico que todos los procesos fermentativos son el
resultado de una actividad microbiana. El trabajo que Pasteur desarrolló en el
campo de las fermentaciones tuvo pronto su aplicación práctica, ya que fue
requerido por una importante destilería local que obtenía alcohol a partir de
remolacha para solventar problemas en su proceso de producción. Pasteur pudo
comprobar que la fermentación alcohólica había sido en parte reemplazada por
otro tipo de proceso fermentativo que como resultado no producía etanol, sino
acido láctico.
Comprobó que las células de levadura se habían sustituido por otras más pequeñas
en forma de bastoncitos y esferas (bacterias lácticas). De esta manera, demostró
no solo que todos los procesos fermentativos son una actividad microbiana, sino
que cada fermentación en particular definida según las principales sustancias
finales va acompañada de un tipo específico de microorganismo que podía
identificarse.
Fuente: www.consumer.es