DEPRESIÓN
SILENCIOSA
Por José A. Rodríguez
Los síntomas más evidentes de las personas que sufren depresión enmascarada no
son ni la tristeza ni la melancolía. Se quejan, sobre todo, de problemas como
dolor de espalda o fatiga generalizada, síntomas que a menudo confunden al
especialista. Ello hace que el diagnóstico se retrase, así como el inicio del
tratamiento adecuado, con peligro de que el trastorno se cronifique. Puede
afectar también a la población infantil y esconderse tras conductas agresivas,
problemas en el aprendizaje o dolor de cabeza.
- Imagen: Luca Baroncini - La depresión enmascarada es una forma de afección
silenciosa, pero que puede ser devastadora para la salud emocional y física de
la persona. Esta enfermedad es uno de los principales problemas de salud de la
sociedad actual. La mayoría de las personas están familiarizadas con sus
síntomas más característicos: apatía, tristeza, alteraciones en el sueño,
pérdida del apetito, disminución del deseo sexual... Son síntomas que afectan a
la esfera psicológica, pero también puede manifestarse con síntomas físicos.
Tras el especialista adecuado
Una depresión enmascarada o somatoforme se expresa, sobre todo, con síntomas
físicos, que pueden encubrir los síntomas psicológicos. Las manifestaciones más
habituales de esta afección, como la tristeza, se ocultan por otros síntomas,
como cefaleas, algias, parestesias, vértigos, trastornos cardiacos y problemas
digestivos. Cuando la persona que los sufre acude a su médico de Atención
Primaria, el especialista se centra en ellos. Muchos pacientes ni siquiera
verbalizan que se sienten especialmente tristes o apáticos.
La hiperactividad, agresividad, dolor de barriga y de cabeza, son síntomas
comunes en la depresión en la infancia
Cuando lo hacen, puesto que su principal queja es física, es habitual que el
médico infiera que la alteración psicológica está causada por el problema físico
y no al revés. Hasta un 10% de los pacientes que acuden a Atención Primaria
tienen síntomas de depresión y se estima que pasan desapercibidos hasta un 50%
de los casos. Esto supone un innecesario coste sanitario en tratamientos
erróneos, a la vez que se impide que el paciente recupere rápido su salud física
y psicológica. Por este motivo, se ha bautizado como la "frustradora de
especialistas". Los pacientes deambulan de un especialista a otro, a la espera
de que alguno dé con el origen de su malestar.
Por otro lado, cuando un especialista sospecha que detrás de las quejas físicas
podría haber una depresión enmascarada, detecta un problema añadido: la
resistencia del paciente a aceptar el diagnóstico. Los pacientes que sufren este
trastorno, a menudo, no conectan bien con sus sentimientos y emociones. En las
sociedades avanzadas, los síntomas físicos están mejor aceptados, menos
estigmatizados, que los psicológicos. Es más sencillo decir que a uno le duele
la cabeza, que reconocer que está triste y se siente solo. Por eso, una de las
vías que elige la enfermedad para manifestarse es la física.
Como consecuencia, si el afectado lleva mucho tiempo tras un diagnóstico sin
atender a la verdadera naturaleza de su problema, es probable que el trastorno
se cronifique. En cambio, los psiquiatras saben que, según algunos estudios, el
70% de las personas que sufren depresión inician la enfermedad con síntomas
físicos. Una vez realizado el diagnóstico correcto, tanto los malestares físicos
como los psicológicos mejoran con el tratamiento.
La depresión enmascarada y los niños
Este tipo de depresión también afecta a los niños. Los síntomas más
característicos en la infancia son: hiperactividad, conducta agresiva, conductas
antisociales y trastornos del aprendizaje. Es típico que se quejen, sobre todo,
de dolor de barriga y de cefalea o que manifiestan alteraciones del ánimo,
propias de la depresión habitual, que tapan los síntomas anteriores.
Durante buena parte del siglo XX se consideraba que la depresión no era un
trastorno que afectara a los niños. Cuando en 1972 se comprobó que también los
más pequeños podían sufrirla, la depresión infantil se bautizó como "depresión
enmascarada" por los psiquiatras Leon Cytryn y Donald H. McKnew. En la
actualidad, se acepta que los niños pueden sufrir tanto este tipo de enfermedad
silenciosa, como otra forma de manifestación del trastorno.
DISTIMIA Y DEPRESIÓN
La distimia es una de las formas más frecuentes de la depresión enmascarada, que
se manifiesta de forma leve aunque crónica. Los motivos más frecuentes de
consulta al médico entre los pacientes que sufren trastorno distímico son los
siguientes:
•Molestias gastrointestinales.
•Cansancio, astenia, fatiga.
•Dolor de espalda.
•Pérdida de apetito.
• Pérdida del deseo sexual.
•Dolores de cabeza.
•Problemas de sueño.
•Despertar temprano (insomnio tardío).
Fuente: www.consumer.es