CÓMO OBTENER RENTABILIDAD DEL COLECCIONISMO
Internet revoluciona el mundo de las colecciones particulares con páginas
dedicadas a la intermediación, la compraventa y la subasta de todo tipo de
objetos
Por Laura Caorsi
Dedicarse al coleccionismo lleva tiempo y dinero. Tiempo para buscar los objetos
que interesan y cuidar otros que se tienen, y dinero para adquirir nuevas piezas
y mantenerlas en buen estado. La mayor parte de las colecciones crecen y se
revalorizan con los años, ya sea por la cantidad de artículos reunidos o por su
antigüedad o rareza. De este modo, cuando se busca rentabilizarlas, siempre
habrá una ganancia económica, un monto que puede ser mayor o menor que el
invertido, pero que permite obtener liquidez. No obstante, antes de convertir
una colección en dinero hay que sopesar todas las opciones para elegir la
alternativa que suponga mayor rentabilidad. Con el desarrollo de Internet el
camino se allana: ha revolucionado el mundo de las colecciones particulares con
páginas que se dedican a la intermediación, la compraventa y la subasta de todo
tipo de objetos.
Dos perfiles
- Imagen: Christian Van Der Henst S. -
Más allá de los objetos, los países, los intereses o las edades, en el mundo del
coleccionismo destacan dos perfiles muy claros:
•Los coleccionistas profesionales. Para ellos, su actividad es una inversión,
una manera más de obtener dinero, tan válida y eficaz como las operaciones
bursátiles o las compraventas inmobiliarias. Su trabajo consiste en acumular las
mayores ganancias posibles y, en consecuencia, la elección de los objetos que
tienen no se debe tanto al gusto personal como a su cotización en el mercado. La
meta es reunir piezas de valor que, llegado el momento, puedan venderse a un
mejor precio para ganar dinero. Por tanto, no hay afición ni sentimientos de
apego. Sólo negocio.
•Los coleccionistas aficionados. Conforman la mayoría de las personas que se
dedican al coleccionismo y enfocan esta ocupación desde otra perspectiva. La
tasación económica es muy importante, pero no el único valor que cuenta. Para
ellos, coleccionar objetos es una afición. Disfrutan tanto de las piezas en sí
como del desafío que conlleva obtenerlas. Por ello, el valor de sus objetos está,
sobre todo, en la dedicación y el esfuerzo que les ha costado reunirlos: ser
propietarios de una rareza o de una pieza única no sólo implica contar con un
bien de cambio valioso, sino que es motivo de orgullo.
Con la crisis, los intentos de vender piezas y colecciones se han disparado
Al rentabilizar un lote, la diferencia entre ambos perfiles es clara. Mientras
el grupo profesional se desprende de los objetos sin grandes dificultades y
obtiene importantes sumas de dinero, el grupo de los aficionados se topa con más
problemas:
•Sobrevaloran los objetos de su colección porque, al tasarlos, influyen los
factores afectivos o de tiempo. No encuentran compradores dispuestos a pagar la
cantidad que piden, ni ellos están dispuestos a considerar una rebaja en el
precio.
•Malvenden sus colecciones por no encontrar el canal idóneo para ofrecerlas o
por querer cerrar rápido la transacción. Deshacerse de un lote representa una
difícil decisión. A menudo, es la última alternativa para obtener dinero. Pero
las prisas, tanto para terminar cuanto antes como para conseguir liquidez, no
son buenas.
Estrategias de venta
Sacar partido a un lote es difícil. Por ello, antes de hacer cualquier
movimiento, visita o llamada, hay que identificar dos cuestiones:
•A quién pueden interesarle los objetos: los potenciales compradores.
•Qué resulta más conveniente: vender la colección completa o desprenderse de
piezas concretas.
Determinar estos dos aspectos será de gran utilidad para definir qué estrategia
seguir. Quienes mejor pueden apreciar el valor de un objeto o una colección son
otros coleccionistas interesados por las mismas piezas. El problema es que
mostrar interés no significa tener dinero. De ahí que sea fundamental contemplar
alternativas.
Conviene vender por separado los objetos que tienen valor histórico, artístico o
económico por sí mismos
Hay objetos que multiplican su precio cuando se venden en conjunto porque la
colección les confiere un valor añadido. Es el caso de los llaveros o las
pegatinas, que no conseguirán un monto importante en solitario. Sin embargo,
otras piezas se devalúan al venderse en grupo y con ellas se puede ganar más
dinero por separado. Casi todos los objetos que tienen valor histórico,
artístico o económico por sí mismos entran en este supuesto, como los libros
antiguos. Aunque se tiende a vender grandes lotes, lo idóneo es clasificar los
volúmenes y dejar algunos aparte. Para un incunable, se conseguirá mejor precio
por separado que en grupo.
Identificar a los interesados es también crucial. Si la colección es de libros,
lo lógico será ponerse en contacto con varias librerías de viejo que sepan
apreciar el valor de los textos, su singularidad y su riqueza mejor que en
cualquier otro sitio. No está de más ser creativos y considerar otras opciones,
al margen de las evidentes. Hay objetos que se pagan mejor en tiendas de
decoración que en anticuarios o almonedas. Algunas tiendas se preocupan mucho
por el escaparatismo y la ambientación, y pueden comprar o alquilar ciertos
objetos para renovar su aspecto. Las ferias temáticas, de antigüedades u otros
objetos de culto son el lugar preciso para hacer contactos e intentar cerrar una
venta. Mientras, ciertos museos, también temáticos, siempre estarán interesados
en ampliar su colección.
Los canales de venta clásicos
El mundo del coleccionismo es uno de los más diversos pero, a pesar de ello, los
canales tradicionales de compraventa están bastante acotados. Con el azote de la
crisis económica, los intentos de vender piezas y colecciones se han disparado y
algunos establecimientos -como las casas de empeño y las tiendas de segunda mano-
han cobrado notoriedad y dinamismo. Pero los lugares clásicos para desprenderse
de un lote se mantienen. Un coleccionista puede elegir entre:
•Anticuarios y almonedas.
•Tiendas especializadas en los objetos que colecciona.
•Librerías de viejo.
•Museos.
•Casas de subastas.
Salvo en el caso de los museos y las casas de subastas, cuando se opta por
alguna de estas alternativas, hay que tener presente que se coloca a un
intermediario entre el propietario de la colección y el posible comprador final.
Estos, como en cualquier cadena comercial, tienen un coste. Las tiendas,
librerías, anticuarios y almonedas sabrán valorar la colección, pero intentarán
llegar a un acuerdo que les permita revender los objetos, es decir, que les sea
rentable. Por lo tanto, tasarán las piezas a la baja. El contexto de crisis
reforzará esa tesitura. Un modo de evitarlo es proponer al dueño de la tienda
dejar allí los objetos en consignación y repartir las ganancias de las ventas
según un porcentaje pactado. De esa manera, el propietario del local no arriesga
su capital y el dueño de la colección no la malvende.
Las subastas son uno de los sistemas más eficaces de venta. La combinación del "objeto
de deseo" con el calor de la puja es muy beneficiosa para quien vende. Si a eso
se le añade la presencia de un rematador profesional, el resultado puede ser
explosivo. Tanto es así, que los beneficios de esas ventas, a menudo, son
noticia. ¿Conviene subastar una colección? Sí, siempre y cuando se tengan claras
dos ideas:
•El precio de salida debe ser atractivo y, si la puja se estanca, es posible
perder dinero.
•Las casas de subastas cobran una comisión. El porcentaje depende del lugar. Lo
usual es un 15% del valor de la venta total, pero también hay firmas que cobran
por tramos, como el 25% de los primeros 1.000 euros, el 20% de los siguientes
2.000 y el 10% del resto del monto.
El auge de Internet
Internet ha revolucionado, en cierta forma, el mundo del coleccionismo
particular. Aunque la venta de colecciones se apoya en los métodos clásicos, la
Red facilita el contacto directo entre el vendedor y el comprador, suprime el
filtro del intermediario, llega a más personas (también de otros países) y
amplía de manera notable las posibilidades de una transacción exitosa. Hay
muchas páginas de comercio electrónico, compraventa y subastas que los
coleccionistas utilizan con regularidad. Sus iniciativas comerciales comenzaron
en estas páginas generalistas (como segundamano o e-bay) y, con el tiempo, han
dado paso a la sofisticación y la especificidad de portales ajustados a sus
necesidades.
Hay numerosos portales que se dedican en exclusiva a contactar a coleccionistas
de España, resto de Europa y del mundo. Funcionan como redes sociales, cuentan
con blogs, permiten anunciar piezas en venta... y la diversidad de objetos es
tal, que incluso algunas páginas web han necesitado un índice alfabético para
ordenarlos. De los autógrafos a los zapatos, los pétalos, la filatelia y las
bulas papales, no falta de nada.
Algunos portales cobran una comisión por cada venta realizada o una cuota fija
mensual por anunciarse
Otros portales sí tienen ánimo de lucro, ya que funcionan como intermediarios.
Pueden cobrar una comisión por cada venta realizada o una cuota fija mensual por
anunciarse, que no aumenta si hay ventas. El primer modelo puede ser útil para
las colecciones poco costosas, cuya venta no justifique un desembolso sostenido
en el tiempo. El segundo es más conveniente para los objetos o lotes caros, ya
que la cuota fija mensual siempre será inferior al porcentaje que cobrará el
intermediario. Lo interesante es que las cuotas van de 20 a 100 euros mensuales
(según la web) y las comisiones oscilan entre un 2% y un 10% de la venta, de
modo que son más favorables que en las tiendas y en las casas de subastas.
Fuente:
www.consumer.es