LAS 'MULAS' DESAFÍAN LOS LIMITES DEL EMBARGO DE EE.UU.
Todo comienza con una
llamada telefónica de larga distancia: "Busca a una rubia de vaqueros azules,
zapatos plateados de taco alto y camiseta negra en el próximo vuelo de Miami".
Cuando la mujer sale del aeropuerto de La Habana, empujando a duras penas un
carrito repleto de enormes bolsos negros, es saludada efusivamente por un hombre
al que jamás ha visto antes.
"Se abrazan como si se conocieran de toda la vida, caminan juntos hasta el
estacionamiento, ella le entrega los bultos y bye-bye", explica a Reuters Yanet,
una cubana residente en Miami.
La mujer está describiendo las tácticas de las "mulas" que viajan de Estados
Unidos a Cuba con las maletas repletas de ropa, comida, electrodomésticos y
millones de dólares. Por dinero, o simplemente por un pasaje gratis a Cuba, las
mulas entregan los productos a perfectos extraños.
"El sistema funciona a la perfección, pero hay que hacer todo el show, porque
nunca sabes quién está mirando", explica Yanet, en su segundo viaje a Cuba en el
último mes.
El pujante comercio informal entre los vecinos, enemistados desde la era de la
Guerra Fría, desafía el embargo comercial estadounidense de 48 años, pero
también refleja su reciente flexibilización.
El tráfico informal de dinero y productos se disparó desde que el presidente
estadounidense Barack Obama eliminó las restricciones para que los
cubanoamericanos viajen a su patria y aumentó significativamente la cantidad de
dinero que pueden llevar consigo.
Las medidas, diseñadas por Washington para fomentar los contactos "persona a
persona", con la esperanza de promover cambios políticos en Cuba, aumentaron
también el tipo de productos que pueden ser enviados a la Isla.
Una iniciativa estadounidense sobre telecomunicaciones autorizó además a los
visitantes a exportar a Cuba equipos de comunicaciones donados, como teléfonos
celulares, computadoras y software.
Los cubanoamericanos que viajan a Cuba ya podían llevar consigo paquetes de
alimentos. El embargo consiente la exportación de productos agrícolas a la Isla.
'Más viajeros, más dinero'
Del lado estadounidense, desde donde despegan diariamente varios vuelos charter
con más y más viajeros cubanoamericanos, hay una significativa tolerancia hacia
los pasajeros sobrecargados de artículos.
Pero las mulas necesitan también burlar las restricciones aduaneras en Cuba, que
cobra impuestos a partir de cierta cantidad de equipaje e inspecciona
frecuentemente el contenido de las maletas.
Y en Cuba, donde la escasez es crónica y los pocos artículos importados se
venden a precios elevados en las tiendas estatales en dólares, miles de personas
recurren a las "mulas" para importar desde ropa a productos de higiene,
electrodomésticos y dinero.
John Kavulich, cuyo U.S.-Cuba Trade and Economic Council monitorea en Nueva York
el comercio entre Estados Unidos y Cuba, dice que es imposible medir el tráfico
informal.
"Pero más viajeros significa más dinero y más gasto en Cuba", destacó.
Manuel Orozco, un experto en remesas del centro de estudios Inter-American
Dialogue en Washington, dice que los exiliados cubanos enviaron unos 636
millones de dólares a la Isla en 2008 y posiblemente un poco menos en 2009,
debido a la crisis económica.
"Estamos hablando de alrededor de un 60% de envíos a través de canales
informales o 'mulas', que es bastante", dijo.
Los requisitos burocráticos en Estados Unidos, la falta de competidores en el
mercado de envíos y los recargos aplicados por La Habana al cambio de dólares
encarecen las transferencias formales a través de empresas como Western Union.
Finanzas subterráneas
Las transferencias formales cuestan alrededor del 17% del dinero enviado,
mientras las "mulas" cobran un 13% y entregan el dinero más rápido, dijo Orozco.
Las "mulas" son parte de una industria subterránea de servicios financieros que
ofrecen desde crédito hasta pagos en cuotas, de otra forma impensables en la
economía estatal de Cuba.
No hay cifras disponibles sobre el tamaño del comercio informal de bienes, pero
sí evidencias de su creciente organización.
Hay lugares en La Habana donde uno puede incluso hacer compras por catálogo, con
listas enviadas por correo electrónico. El cliente elige el producto, paga un
50% por adelantado y en 15 días tiene el encargo en sus manos. Todo por una
comisión del 25%.
Muchos negocios informales son familiares. Un residente en La Habana, por
ejemplo, envía una lista de productos a un pariente en Miami, que busca un
cubanoamericano dispuesto a servir de "mula" a cambio de un pasaje gratis.
Los cubanos son locos por las marcas famosas, dice Diana, que envía productos
desde Miami a La Habana.
"Me mandan a pedir, por ejemplo, gafas que digan Dolce & Gabbana o Gucci, que
son copias, por supuesto, pero se venden mucho por aquello de que son de marca",
dijo.
Los márgenes de ganancia son astronómicos con electrodomésticos de lujo. Un
televisor de pantalla plana, que cuesta 700 dólares en Miami, puede llegar a
venderse por 2.000 dólares en Cuba. En una tienda oficial el precio supera los
2.500 dólares, si es que está disponible.
El mercado informal alimenta además una cadena interminable de intermediarios
que ganan pequeñas comisiones, a veces incluso de 50 centavos, por la reventa de
un producto.
Pero el negocio de las mulas tiene también sus riesgos.
"Hay que tener cuidado de que no se repitan mucho las cosas, porque la gente de
la Aduana no es boba, y si se dan cuenta de que es para venta te lo decomisan
todo al momento", dijo Yanet.
Fuente: Diario Gestión (12/08/10)