EL BOOM DE LA GASTRONOMÍA Y LA AUSENCIA DE POLÍTICAS INDUSTRIALES

 

 

 

Por José A. Tavera

 

Existen muchas similitudes entre el boom gastronómico que el Perú experimenta y las oportunidades que ofrece el mercado internacional a las empresas industriales. Nuevamente, estamos frente a una situación donde podemos “hacerla”, pero nuestra respuesta ha sido dejar de lado el intervencionismo gubernamental porque este es intrínsicamente malo, o simplemente hemos querido satisfacer a todos, con lo cual política económica pierde su esencia.

 

En ese sentido, podemos hacer un paralelo entre la experiencia exitosa del desarrollo de franquicias gastronómicas es diferente a otras porque es básicamente ingredientedependiente. En ese sentido, requerimos desarrollar una cadena productiva con altos estándares de calidad. Hemos progresado, sin embargo todavía nos falta.

 

¿Por qué?

En el caso gastronómico, el incremento en el número de restaurantes Premium responde básicamente al crecimiento económico concentrado en el sector socioeconómico A. El boom está todavía lejos de involucrar a amplios sectores de la población debido a la ausencia de políticas públicas que desarrollen reglamentos técnicos y promociones estándares con la participación de diversas instancias de gobierno (municipios y regiones).

 

Desde hace 20 años, nuestra respuesta para reducir la informalidad ha sido reducir las barreras burocráticas. Sin embargo, la informalidad continúa. Lo que debimos haber cambiado es la función de producción del sector que le permitan producir no solo para su localidad sino para mercados amplios.

 

¿Cómo diseñar la política industrial bajo estas condiciones? Si nuestro país ha apostado por los acuerdos comerciales bilaterales, lo lógico es que nuestra producción sea comparable con la internacional. Esto implica adoptar un conjunto de normas técnicas que permita la trazabilidad de nuestra producción, y así facilitar el acceso a los mercados internacionales a los que ya tenemos acceso.

 

La competencia internacional exige el desarrollo de economías de escala. Si el problema de nuestro sector industrial es la escala, entonces no queda mas que la opción de desarrollar políticas que aumenten la escala fomentando la asociatividad y el desarrollo de ciertos sectores estratégicos.

 

Dado que los recursos son limitados, el sector público debe necesariamente priorizar sectores en base a criterios económicos. Ciertamente, uno de ellos es tomar en cuenta la competencia que enfrentamos en los mercados en que ya hemos logrado acceso. Por ejemplo, Estados Unidos no solo ha firmado un acuerdo con nosotros sino también con otros 16 países, a los cuales se van a unir otros mas. El problema es que la mayoría de los países con los que competimos están por encima de nosotros en términos del ranking de competitividad internacional, lo cual hace muy urgente una respuesta rápida y decidida.

 

 Nuestra apuesta por productos diferenciados, ya sea a través de marcas y estándares, como es el caso de la gastronomía, indudablemente exige una movilización masiva de recursos financieros e institucionales con los que el sector privado no cuenta. Se requiere un mayor compromiso del Estado, si nono la hacemos.

 

El problema con nuestra (¿ausente?) Política Industrial es que ha pretendido estar bien con todos: un poquito para el emprendurismo, otro poquito para la innovación, y otro poquito para la asociatividad, etc. Sin embargo, la fuerte competencia internacional hace que los tiempos se acorten y exige concentrar nuestros esfuerzos en todo aquello en donde tenemos alguna oportunidad de ser diferentes en el mercado internacional.

 

Al igual que en el caso industrial se requiere apostar por desarrollar empresas grandes y sólidas, con lo cual la agenda de la competitividad está todavía pendiente y debe ser discutida extensivamente de desarrollo de los próximos gobiernos.

 

Fuente: Diario Gestión (08/06/10)