PERÚ, MARCA QUE DEBEMOS VENDER
Por Juan Fernán Muñoz R.
El Perú goza de una extraordinaria variedad de recursos vivos y ecosistemas, que conforman biodiversidad. Ello lo convierte en uno de los cinco primeros países megadiversos del planeta. Es uno de los centros mundiales de origen de la agricultura y ganadería; posee ecosistemas de importancia estratégica mundial y que pueden constituir un aspecto importante en negociaciones internacionales. Con sus 66 millones de hectáreas de bosques, es el segundo país en América Latina, y el cuarto a nivel mundial, en bosques tropicales.
El mar peruano es una de las cuencas pesqueras más importantes del planeta. Y en lo que respecta a los minerales, en América Latina, somos primeros o segundos en recursos y en extradición de los principales minerales y comercializamos veintitrés de los veinticuatro minerales que venden internacionalmente.
Todo esta maravillosa realidad, podemos decir, es nuestra contribución al mundo como ningún otro país, pero, lamentablemente, la historia revela las grandes oportunidades desperdiciadas, como las épocas del caucho, del guano y del salitre.
Sin embargo, una nueva oportunidad se nos presenta ahora con la globalización mundial y la competitividad.
Se trata de un escenario en el que demandamos grandes financistas para transformar nuestra materia prima e impulsar el desarrollo de nuestro país. La experiencia de otros países. La experiencia de otros países, que hoy ya alcanzan el desarrollo, puede inspirarnos.
¿Acaso no podemos contar con un Microsoft Perú? Fijémonos como Costa Rica ha logrado captar a la Corporación Intel, institución que ha cambiado al mundo a través de la computadora y la revolución de Internet.
Igual podemos ver el caso de Finlandia, que sin las ventajas de su naturaleza se centró en potenciar su conocimiento y se ha posicionado con un solo producto, “Nokia”, y hoy en día vende tecnología.
Una de nuestras alternativas es la comida peruana. Cuando un piensa en Pizza nos acordamos de Italia; hablar de tacos es referirnos a México; pero cuando mencionamos al “Perú”, lo relacionamos con una infinidad de comidas exquisitas, e incluso productos alimenticios saludables.
Indudablemente, la tarea de atraer a inversionistas es un rol que le corresponde al Estado, pero es indispensable que este forme alianzas con el sector privado.
Debemos lograr que importantes financistas vengan y digan: “Este es el país en el que quiero y voy a invertir”. Para ello, tenemos que demostrar unidad (para lo que se requiere paz y armonía); ser competitivos (es decir, capaces de dar soluciones en el más breve tiempo); y, seguro reiniciar el proceso de la venta de la nueva marca: Perú.
Fuente: Diario Gestión (01/12/09)