EL AMOR EN LA ERA DIGITAL

Internet ha transformado la búsqueda de citas románticas y de parejas duraderas.

Internet ha revolucionado la manera en la gente trabaja y se comunica, así como la forma de hacer negocios.

Pero quizás su efecto más profundo esté en la más importante decisión personal: elegir pareja.

A principios de los 90, la noción de una cita online parecía estrafalaria, pero hoy es normal en muchos países.

Es que los smartphones han puesto a disposición de los solteros bares virtuales donde pueden departir, libres de restricciones sociales o geográficas.

A nivel global, al menos 200 millones de personas online al mes. En Estados Unidos, más de un tercio de los matrimonios nuevos surge de emparejamiento digitales. Se trata de un experimento social masivo, llevado a cabo sobre uno de los procesos humanos más íntimos y vitales, cuyos efectos están comenzando a hacerse visibles.

Conocerse vía Internet es muy distinto de hacerlo en el mundo físico, donde las parejas se forman gracias a los contactos familiares, amicales o laborales. En cambio, las citas digitales ofrecen muchas más opciones, incluso que los bares o las oficinas, donde pueden existir decenas de parejas potenciales, mientras que online hay decenas de miles, lo cual hace que este mercado sea mucho más eficiente.

Para algunos, es una mala noticia pues dada la selectividad entre sexos, hay hombres heterosexuales que nunca hallarán pareja vía Internet. En la app china Tantan, los hombres expresan interés en el 60% de las mujeres que ve, pero ellas solo están interesadas en el 6% de varones. En el mundo real, es más probable que las mujeres se interesen en hombres que no les parecerían atractivos online. Para la mayoría, sin embargo, las citas digitales ofrecen mejores resultados.

En Estados Unidos, los estudios señalan que los matrimonios formados por parejas que se conocieron vía Internet duran más y son más felices. Además hay poca evidencia de que las apps de citan incentivan la infidelidad.

En dicho país, la tasa de divorcios se elevó hasta antes del advenimiento de Internet y ha disminuido desde entonces.

Las citas virtuales han tenido un gran impacto en mercados como el parejas del mismo sexo.

En Estados Unidos, el 70% de gais ha conocido a sus compañeros online. Este abanico de diversidad sexual es una ventaja, pues permite que más gente halle la intimidad que busca.

Pero también hay inconvenientes. Muchos usuarios se quejen de estrés cuando se enfrentan a la brutal realidad del "mercado digital de carne". Si bien las emociones negativas sobre la imagen corporal existían antes de Internet, ahora se han amplificado. Las citas online ha sido vinculadas con la depresión.

Asimismo, sufren de los problemas que aquejan a otras plataformas digitales, desde estafas hasta cuentas falsas. Este nuevo mundo para el romance también podría tener consecuencias imprevistas para la sociedad.

Por ejemplo, derribar barreras: la evidencia sugiere que en Internet está impulsando las bodas interraciales. Pero también brinda más oportunidades de encontrar parejas con características similares. El emparejamiento selectivo -personas con similares niveles de ingresos y educativos- ya carga con parte de la culpa por la inequidad.

Ese efecto podría profundizarse: los niveles educativos destacan en los perfiles de citas online de una manera que nunca lo harían en el mundo real. No es difícil imaginar futuros servicios de citas que conecten gente en función de sus genomas. Las empresas que brindan el servicio durarero también sufren de un inherente conflicto de interés, ya que pierden clientes con cada pareja que se forma.

Otra preocupación es el dominio de un puñado de empresas y sus algoritmos. El ingresos de Facebook a este mercado, armada con data de sus 2,200 millones de usuarios, proporcionará pistas en torno a si las citas online se consolidarán inexorablemente en un número más pequeño de plataformas, pero de mayor tamaño.

Pero de incluso si el mercado no se vuelve más concentrado, el proceso de emparejamiento se ha vuelto más centralizado. El romance solía ser una actividad que tenía lugar en una profusión de bares, discotecas, iglesias y oficinas; pero ahora una enorme cantidad de gente depende de unas cuantas empresas para encontrar pareja.

Ello otorga a un pequeño número de codificadores, que pueden editar los algoritmos que determinan quién ve a quién en el bart virtual, un tremendo poder para manipular resultados.

En sociedades autoritarias, especialmente, la perspectiva de matrimonios arreglados algorítmicamente tendría que causar inquietitud. La competencia ofrece cierta protección contra esa posibilidad, y lo mismo haría una mayor transparencia en torno a los principios que las apps de citas utilizaban para emparejar a sus clientes.

No obstante, tales preocupaciones no deben ensombrecer lo positivo de esta forma moderna de romance. Las parejas perfectas se motivan a sí mismas, las que no lo son, pueden arruinar sus vidas.

Las citas digitales ofrecen a millones de personas una vía más eficiente de hallar un buen compañero, y eso es adorable.

Publicado en Gestión, 21 de agosto del 2018