¿COMENZÓ LA SEGUNDA GUERRA COMERCIAL MUNDIAL?

 

La primera guerra comercial mundial contemporánea se desarrolló durante la década de 1930, a consecuencia de la Gran Depresión originada en Estados Unidos en 1929. Una de las secuelas de dicha depresión fue la adopción de barreras comerciales en casi todos los países del mundo, en especial los más industrializados.

Intentar paliar la contracción económica y el aumento del desempleo en Estados Unidos, este país fue el primero en implementar un alza drástica de aranceles para numerosos productos importados. En respuesta a ello, progresivamente, los países europeos también procedieron a elevar sus respectivos aranceles. A consecuencia de ello, entre 1930 y 1934, el comercio mundial se contrajo a la mitad, mientras que el PBI global cayó 15% y el desempleo superó 30% en varios países.

La situación económica actual es muy distinta a la de aquella época. La economía mundial se encuentra en expansión, creciendo a tasas anuales de 3.5% en promedio. Según las proyecciones elaboradas por el FMI a comienzos de año, dicho crecimiento continuaría en el siguiente lustro.

Sin embargo, durante las recientes semanas, negros nubarrones han comenzado a emerger en el horizonte económico.

Nuevamente, Estados Unidos es el epicentro de una casi inminente guerra comercial global que podría traer ruinosas consecuencias a la economía mundial. En la primera semana de abril, el presidente Donald Trump decretó unilateralmente un alza en las tarifas de importación de acero y aluminio, elevándolos a 25% y 15%, respectivamente, las mismas que empezaron a regir de inmediato para productos provenientes de China y, a partir de junio, para bienes procedentes del resto del mundo. En réplica a ello, China elevó sus respectivos aranceles a las importaciones de Estados Unidos por valor de 3 mil millones de dólares, mientras que en otros países anunciaron que adoptarían represalias similares en caso se llegaran a concretar las mencionadas alzas estadounidenses.

Ante la represalia de China, el Gobierno de Trump amenazó con elevar aranceles para otros productos de ese país por valor de US$ 50 mil millones, lo cual recibió una respuesta rápida del Gobierno chino, amenazando también con alzas arancelarias para productos americanos por el mismo valor, incluyendo productos sensibles para la economía americana como la soya (principal producto americano de exportación a China) y diversos productos agropecuarios e industriales.

En respuesta, Trump amenazó entonces con nuevas restricciones comerciales para otros US$ 100 mil millones de productos chinos, recibiendo a su vez la misma amenaza por parte del país asiático. A pesar de que ambos países procedieron a inicar conversaciones bilaterales para intentar detener esta escalada, tales tratativas no han surtido efecto y en la práctica ya se han comenzado a hacerse efectivas algunas de las amenazas lanzadas. De continuar esta tendencia, se estaría afectando un importante flujo de US$ 300 mil millones de comercio recípocro entre ambos países.

Por otro lado, llegado el mes de junio, al implementarse las alzas arancelarias para aluminio y acero importado de Europa, Canadá, México, Japón e India, estos países han iniciado el proceso de adopción de medidas arancelarias de represalia, afectado un flujo comercial de unos US$ 45 mil millones. A su vez, al retirarse de la reciente cumbre de G7, Trump amenazó que procedería a "cortar todo comercio" con cualquier país que restrinja importaciones procedentes de Estados Unidos. De materializarse esta última amenaza, no hay duda de que estaríamos frente a una guerra comercial masiva.

La reducción de los flujos comerciales afectará negativamente a la producción global, aunque el impacto sería diferente para cada país. En el caso del Perú, es necesario estudiar las consecuencias de esta previsible situación y que nuestras autoridades procedan a adoptar las medidas necesarias para enfrentar tal eventualidad.

Publicado en Gestión, 26 de junio del 2018