Cámaras voladoras anuncian la era de la “dronie”
Las ventas de drones aumentaron un 130 por ciento en el tercer trimestre de este año, según la empresa que también fabrica sistemas de entretenimiento con conexión vía Bluetooth para automóviles.
Michael Stothard
Henri Seydoux presiona un botón de su teléfono inteligente y el “drone” (vehículo aéreo no tripulado) se eleva suavemente y se cierne en el centro de su oficina en París; y la cámara transmite en vivo hacia su teléfono imágenes de la pintura de marco dorado del siglo XIX que cuelga en su pared.
El presidente ejecutivo de Parrot, la compañía francesa de tecnología, está probando el nuevo drone Bebop, un robot – con aspecto de insecto – con cámara de alta resolución y cuatro aspas giratorias, el cual espera que sea el juguete imprescindible del año 2015.
Y tiene razón para ser optimista. Los dos mini-drones que lanzaron a principios de este año, el Jumping Sumo y el Rolling Spider, se han convertido en un éxito navideño, al haber vendido 250 mil unidades en dos meses, principalmente en EU y Europa.
Las ventas de drones aumentaron un 130 por ciento en el tercer trimestre de este año, según la empresa que también fabrica sistemas de entretenimiento con conexión vía Bluetooth para automóviles. “No teníamos idea de que tendrían tanto éxito”, dijo.
También está aprovechando un sector en crecimiento. En EU, el mayor mercado de la compañía, se espera que el sector de los drones alcance un valor de más de 80 mil millones de dólares a partir de 2015 hasta 2025, según un estudio realizado en 2013 por la Asociación de Sistemas de Vehículos No Tripulados.
No son las únicas empresas que están creciendo. Tanto DJI Technology de China como 3D Robotics, con sede en California, han experimentado un rápido aumento en las ventas de drones este año.
Amazon, que está probando un servicio que utiliza drones para entregar paquetes pequeños, este año creó una tienda dedicada a drones para satisfacer la demanda.
Parrot comenzó en 1994, fabricando productos con conexión Bluetooth principalmente para empresas de automóviles, y se hizo pública en 2007.
La compañía tuvo su gran éxito con el primer drone que lanzó en 2010. El último trimestre, las ventas de drones superaron, por primera vez, sus otras líneas comerciales.
Seydoux, ex periodista que usa lentes y que tiene un puesto en la junta directiva de Schlumberger, el grupo de servicios petroleros, originalmente pensó en hacer drones de juguete que fueran como grandes juegos de computadora, e inventó un sistema que les permite luchar en el aire.
Pero dice que ahora se da cuenta de que, más que nada, las personas se quieren filmar a sí mismas, y que ésa es la clave para dominar el mercado.
“Resultó que en realidad la gente compraba los drones por narcisismo. Las personas quieren poner imágenes en YouTube donde luzcan fuertes y talentosas, y por eso quieren las cámaras”.
Seydoux dice que la “selfie” – una fotografía autorretrato normalmente tomada con un teléfono inteligente – pronto será reemplazada por la “dronie”, que es una foto tomada con un drone civil.
A más largo plazo, dice los drones se pilotarán a sí mismos y seguirán a las personas, filmando automáticamente.
“Sería como tener un equipo de televisión completo que nos acompañaría cuando fuéramos a hacer “snowboard” o alpinismo”, dice.
La compañía fabrica drones de alta tecnología para fanáticos de deportes y de tecnología, así como drones de mayores especificaciones para compañías. Este sector de la compañía atiende las demandas de las empresas agrícolas que buscan recopilar datos sobre sus campos, por ejemplo.
Sin embargo, los últimos lanzamientos de productos para este periodo navideño han sido juguetes.
“Lego era un juguete increíble hace 20 años. Podías crear un mundo entero. Pero los niños de hoy son diferentes y requieren algo más especial y tecnológico”.
Los mini-drones son relativamente baratos y están diseñados para niños. El Rolling Spider, que tiene ruedas y también cuatro aspas giratorias para volar, cuesta alrededor de 100 dólares, mientras que el Jumping Sumo, una versión que salta en lugar de volar, cuesta 160 dólares.
Seydoux dice que las crecientes regulaciones son un posible motivo de preocupación para el futuro del mercado. Esto sucede en el momento en que el rápido crecimiento del nuevo mercado este año ha dado lugar a crecientes problemas de seguridad.
A principios de este mes, un drone estuvo a punto de golpear a un avión de pasajeros poco antes del aterrizaje de este último en el aeropuerto londinense de Heathrow.
Unos meses antes, más de una docena de misteriosos drones civiles de vigilancia fueron vistos volando ilegalmente sobre los sitios nucleares EDF en Francia durante unas semanas. Las personas que organizaron la vigilancia nunca fueron capturadas.
Sin embargo, Seydoux señala que no ha habido accidentes graves. Y añade que, siempre y cuando los drones que ellos fabrican sigan siendo relativamente pequeños, las regulaciones cambiantes no deberían ser un gran problema para la compañía.
“Mi regla es que los drones no deben ser más grandes que un pollo”, dice.
Publicado en El Financiero (México) el 22 de diciembre del 2014